
El historiador Ulpiano narra como en tiempos de Augusto se hizo una división territorial del imperio romano, en siete provincias y cómo a Hispania (España y Portugal) le correspondió el culto a Hércules. Es así que Hércules aparece en los antiguos cronicones como uno de los reyes míticos de Iberia a quienes los historiadores denominaron “Reyes Atlantes de Hispania”. Un historiador del Emperador Carlos V, inspirándose en no sabemos qué crónicas árabes o clásicas romanas, añadía a este nombre el de Osiris, Tagus, Tubal y Sesostris. Y a Hércules son debidas la creación de muchas de las ciudades más importantes de la península y su clava es asociada a la azada que abre el surco de la tierra y la convierte en el fértil regazo para las semillas. Hércules es en Roma, como Horus en Egipto, Balarama en la India o San Jorge en las tradiciones medievales. Nombre este último, Georgios, que significa “labrador”, pues en la simbología arcaica uno de los significados de “combatir al dragón” es “dominar la naturaleza”.

Don Dinís es el rey labrador, no sólo por las reformas que incorporó en la agricultura, por los pinares de Leiría que plantó y por la repoblación de las tierras que hizo devolver al suelo lusitano su natural fertilidad; sino también porque labró la tierra del futuro de Portugal, es decir, estableció los cimientos de su historia futura, abrió la tierra de su presente para que recibiera gozosa las semillas de la civilización.
Sus trabajos fueron como los míticos atribuidos al héroe griego que demostró en sus obras ser hijo de Zeus.
Y cuáles fueron estos trabajos?
- Establecer las fronteras de la patria portuguesa (es el primer rey que incorporó, de un modo definitivo el Algarve a la corona de Portugal), defenderla, estableciendo o fortaleciendo castillos en todo su perímetro (más de 44 según el historiador Ruy de Pina), especialmente en la frontera Este. La política de este rey pacífico fue, según la vieja enseñanza romana, estar siempre preparado para la guerra.
- Revitalizar el comercio, la minería, la agricultura y crear las bases de una marina de guerra. Promueve ferias, por ejemplo, la de Lamego, que duraba todo el mes de Julio. Se establecieron relaciones comerciales con Francia e Inglaterra, que gracias a la navegación fluvial del Duero y el Tajo, permitieron un importante crecimiento de las ciudades de Porto y Lisboa. Respecto a la agricultura, la producción que alcanzó durante su reinado superó no sólo la de los precedentes sino, según Mario Domingues, hasta el siglo XX.
- Establecer la paz y armonía en los tres estados (Nobleza, Iglesia y Pueblo): Pacificando la nobleza, limitando el poder del clero y promoviendo los municipios, que libraron al pueblo de la esclavitud, defendiendo sus derechos y organizando sus deberes.
- Difusión del saber y creación de la Universidad de Coimbra
- Protección de Portugal contra los entredichos y excomuniones del Vaticano, gracias a una diplomacia paciente y de fina inteligencia
- Establecer una red diplomática de matrimonios para consolidar la defensa futura de Portugal, principalmente frente al peligro expansionista de Castilla.
- Trabajos de pacificación actuando muchas veces como árbitro de las contiendas políticas y militares de Europa. Todos aquellos que trataron con él estaban de acuerdo en que su inteligencia, bondad y diplomacia le permitía hallar soluciones pacíficas que nadie más podía entrever. Y lo que es más difícil, que todos quedaran contentos con dichas soluciones. Pacífico las ambiciones, primero de su hermano y después de su hijo: los dos infantes y de nombre Alfonso (su hijo se convertiría a la muerte de Don Dinís en Alfonso IV de Portugal). La actuación de don Dinís fue también decisiva en la crisis dinástica de Castilla, a la muerte de Alfonso X el Sabio. Es también designado por el Papa como “príncipe de la Paz” para arbitrar las ambiciones enfrentadas de los reyes de Castilla, León y el infante D. Alfonso de la Cerda, en el año 1304. En palabras del Papa Joao XXII es Don Dinís “un rey tan noble al juicio del cual los reyes de las otras tierras se humillan por propia y gran voluntad”
- Desenvolvimiento del idioma, y por tanto, de la nacionalidad portuguesa. Para ello hizo que la lengua de todo tipo de documentos fuera el portugués (en vez de el latín bárbaro), mandó traducir el Código de las Partidas y otros escritos jurídicos, históricos y literarios, fundamentales de la cultura intelectual medieval; y es durante su reinado que se escribió el Amadis de Gaula, el primer romance de caballería escrito en portugués. A él mismo se atribuyen colecciones de poesías (cantigas de amado y de amigo, también de escarnio o mal-decir) y escribió asimismo un tratado de orgánica y táctica militar, conocido con el nombre de Regimento de Guerra o Tratado da Milicia e incluido después en las Ordenaciones Afonsinas.
- Finalizada la conquista de tierras con Alfonso III de Portugal, iniciar la obra de repoblación y distribución de tierras.
- Desarrollo de las ciudades y construcción de monasterios.
- Creación de la Orden de Cristo, salvando así el patrimonio cultural, de tierras y de almas de la Orden del Temple. Robustecimiento de las Órdenes Militares y plan de defensa nacional.
- Crear las bases por las que Portugal se convertiría, durante los siglos XV y XVI en la primera potencia mundial marítima: Con la creación de la Orden de Cristo( la nueva Caballería de los Mares), de los Estudios de Ciencias en la Universidad de Coimbra, promoviendo la minería (necesaria para armar las flotas), y estableciendo las bases de la marina.
En resumen, según nos dice Américo Cortes Pinto:
“Tan grande es la debilidad de la entonces esforzada mas necesariamente inquieta, precipitada e insegura construcción militar de los rimeros reinados de la Reconquista, que al compararlo con la obra realizada por Don Dinis, convierte este esfuerzo en auténtico trabajo de Hércules. Tan asombrosas fueron sus realizaciones en la construcción civil y militar que el genio de Camoes celebraría en el
Canto III:
Nobres vilas de novo edificou Fortalezas, castelos mui seguros, E quase todo o reino transformou Com edifícios grandes e altos muros. Os Lusiadas Canto III”
José Carlos Fernández