(CIII del libro o Mandala 7 del RIG VEDA)
1- ELLAS que permanecen en silencio por un año, son como los Brahmanes que cumplen sus votos.
Las ranas han alzado su voz, la voz que Parjanya[1] ha inspirado.
2- ¿A qué hora, como en una piel seca que yace en la cama de la piscina, descendieron sobre ellos las inundaciones del cielo,
Y el croar de las ranas canta al unísono, como las vacas junto a sus becerros?
3- Cuando la estación de las lluvias llegó, el agua se derramó sobre ellas anhelantes y con sed.
Uno busca a otro mientras habla y lo saluda con gritos de placer como un hijo a su padre.
4- Cada uno recibe al otro amablemente, mientras se deleitan en el flujo de las aguas.
La rana empapada por la lluvia avanza, y la verde y la moteada combinan sus voces.
5- Cuando uno de las dos, repite el lenguaje de la otra, como el que aprende la lección del maestro.
Cada una parece crecer a medida que sobre las aguas conversan con elocuencia.
6- El de una es un mugido de vaca y el de otra es un balido de cabra, una rana es verde y la otra moteada..
Tienen un nombre común y, sin embargo, varían y, hablando, modulan la voz de manera diversa.
7- Como Brahmanes, sentados alrededor del cáliz rebosante, orando en el rito Soma que es la muerte de la noche[2].
Así, las ranas, se reúnen alrededor del lago para honrar este gran día del año, el primero del tiempo de lluvia.
8- Estos brahmanes con el jugo de Soma, realizando el gran rito del año, han alzado sus voces;
Y estos sacerdotes, sudando con sus ollas, salen y se muestran, y ninguno está oculto.
9 Mantienen el orden de los doce meses designado por Dios, y nunca los hombres descuidan la temporada.
Tan pronto como vuelve el tiempo de lluvia en el año, estos que fueron como ollas hirviendo ganan su libertad.
10- Los mugidos de la vaca y los balidos de la cabra nos han otorgado riquezas, y la verde y la moteada nos han bendecido con un tesoro.
Las ranas que nos dan vacas a cientos alargan nuestras vidas en esta fecunda estación.
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Los Vedas han sido llamados Biblia de la Humanidad, pues contienen los himnos religiosos más antiguos de que se tiene conocimiento, y muchos de los símbolos y metáforas que en ellos encontramos, aparecen también en gran parte de los textos religiosos en todo el orbe. Fueron en tiempos inmemoriales por los rishis -profetas o sabios divinos- y compilados, según dice la tradición, por el avatara Vyasa en el sacro y santo lago de Manasarovara, en los mismos Himalayas. Los más antiguos son el Rig (Veda de los himnos), el Sama (de los cánticos), el Yajur (del sacrificio), al que se le añade más tarde el Atharva (de los encantamientos mágicos). El Rig consta de 1028 himnos organizados en 10 libros o mandalas.
Aunque generalmente están dedicados a los Dioses de la primitiva religión de la India, algunos himnos incluyen diálogos a la manera teatral, o salen del tronco común.
Uno de estos himnos particulares es el Himno 103 del libro 7, conocido como “El Himno de las Ranas”, que es un poco desconcertante, pues gira en torno a cómo las ranas comienzan a croar en la estación de las lluvias, y las compara a los brahmanes en su rito anual del Soma, su bebida sagrada.
A principios del siglo XX, el músico Gustav Holst, famoso por su obra “Los Planetas”, lo incluyó en una musicalización de varios himnos védicos. Con el piano, evoca de forma maestra el croar de las ranas junto al lago.
Algunos estudiosos dicen que este himno es una crítica humorística a los mismos brahmanes, lo que sería contrario en espíritu al sentido del texto mismo, en que los brahmanes son los intermediarios santos que permiten traer a la tierra las bendiciones del cielo y sus poderes divinos.
Debemos recordar que los textos sagrados pueden ser leídos, como decía la genial H.P.Blavatsky (1831-1891) con varias claves que acceden a diferentes significados de los mismos. Sus símbolos y alegorías podrían, así ser interpretados desde una perspectiva astronómica, o matemática, o psicológica y moral, alquímica, puramente espiritual, etc. El acceso a estas claves sería revelado gradualmente y de forma secreta a quienes se hicieran merecedores de tal conocimiento, por su pureza y profundidad de alma, tras superar las debidas pruebas.
Además debemos recordar que aunque para la mentalidad judeocristiana la rana adquiere un significado diabólico o escatológico, no así para la filosofía y las creencias de otros pueblos. E incluso en el mismo cristianismo de los primeros siglos de nuestra Era, y bajo inspiración egipcia, figuraban ranas en sus lámparas con el texto “Yo soy la resurrección”. La rana, en Egipto es símbolo de renacimiento, de la Iniciación, dispuesta el Alma a dar “El Gran Salto”, de la fecundidad, anunciando las lluvias, y de las metamorfosis de esta, que comienza en el interior de un huevo y luego es como un pez y después respira en el aire. O sea, por su naturaleza anfibia, en que el agua representa las corrientes de la vida y su psiquismo, y el aire el mundo mental. Las almas viven, en cuanto que prisioneras en la materia, víctimas del fango -tierra y agua- que las recubre y sólo las esforzadas ascienden a aguas más puras, e incluso, las que más pueden salir a tierra fija y respirar el aire puro de las Ideas divinas. De ahí el símil con las ranas. Los filósofos griegos dijeron que las ranas simbolizaban las almas humanas a medio formación, o sea, recuperando su naturaleza inmortal, en medio de esta difícil y dolorosa, y al mismo tiempo feliz transformación, como la de la serpiente que deja atrás su piel ya vieja.
En este himno la comparación de los brahmanes con ranas de diferentes tipos-repite la verde y la moteada- no es peyorativa. Por el contrario, se refiere a los aspirantes a la Sabiduría, que se están gestando a sí mismos, pero que ya han alcanzado una elevación que les permite traer las bendiciones (en el Veda, las vacas, que simbolizan saber, abundancia, corrientes espirituales y rayos de luz, y todo aquello que alimenta con vivificadora “leche” estelar el alma).
Es de gran belleza cómo se explica el modo en que cada alma (rana) es diferente, hace una música que le es propia, su “color” es propio, pero cómo todas conjugan sus voces, en el mismo lago. Recordemos que la filosofía védica simboliza al Dharma con un lago, como espejo armónico de la Eternidad, según vemos en la famosa escena del Mahabharata en el “Lago del Dharma”, y en que Yudishtira respondiendo a las preguntas de este Dios salva la vida de sus hermanos. Todas las almas despiertas comulgan místicamente, como los Brahmanes en la ceremonia del Soma, su bebida de la inmortalidad. H.P.Blavatsky dice que el significado esotérico de esta bebida es la comunión del yo humano o conciencia personal con el Yo divino, el mismo concepto que tienen los griegos de epopteia o rapto divino.
El modo en que se pronuncian los mantram evoca sin duda la profundidad gutural de los cánticos de la rana, especialmente cuando son las vocales, símbolo de los Dioses, las que son pronunciados. En una clave, que es además literal, histórica, este himno menciona el canto y aun quizás las operaciones rituales[3] y mágicas de los brahmanes -los sonidos se convierten en símbolos sonoros que cristalizan formas mentales-en una temporada del año, asociada al rito del Soma. Pero en otra debe referirse al propio cántico de las almas que despiertan y se afirman, la acción de sus propias naturalezas armonizadas, a coro las unas con las otras en la más bella fraternidad, semejante a la metáfora de los coros angélicos en el Cristianismo.
Las “ollas sudando” u “ollas hirviendo”, quizás se refiera, en consonancia con el ritual védico, a los trabajos del alma en su propia transmutación, “separando o espeso de lo sutil”, “el oro de la escoria en el crisol”, la acción en el atanor, según la conocida expresión que aparece en el libro místico Voz del Silencio:
“Del horno de la vida humana se elevan llamas aladas, que van tejiendo la triple vestidura del Sendero”.
No, este himno, sin duda no es ni un sarcasmo para criticar a los brahmanes en sus ritos, ni un poema infantil de alguien aturdido por el efecto del canto de las ranas, anunciando las lluvias. Es un himno al despertar de las almas, a su libertad y a cómo se armonizan con las almas hermanas en el ritual humano más antiguo de la Tierra, el de la comunión mística con sus almas, y al mismo el de la Fraternidad.
Jose Carlos Fernández
Almada, 17 de abril del 2020
[1] Dios de la tempestad, lluvia y del relámpago, que fertiliza la tierra.
[2] Literalmente Atiratra, que tiene muchos significados, uno de ellos es “muerte de la noche” y en otro un tipo de sacrificio.
[3] Más en concreto el rito Pravargya, conocido también como Ashvina-pravay, una de las ceremonias preliminares en la ceremonia del Soma. Los brahmanes debían elaborar con sus propias manos un pote con arcilla de la tierra, que debían cocer junto o dentro del fuego ritual, y luego llenarla con leche, que era después ofrecida a los dioses curadores, los Ashvins.