“Quemad viejos leños, leed viejos libros, bebed vinos viejos, tened viejos amigos”
Alfonso X el Sabio
En el primer año de estudios de la Organización Internacional Nueva Acrópolis, en el desarrollo del programa escolástico de este curso, trabajamos, entre otros, con una serie de textos clásicos y libros que llegan a ser verdaderamente transformadores. Para algunos es un despertar del alma a la Filosofía, de la que Pitágoras decía que es “una pasión por la verdad que da a las palabras de sabiduría el poder de la Lira de Orfeo”. Esa que, mitológicamente calmaba a los animales furiosos (pues ayuda a conocerse a sí mismo y por tanto da la capacidad de vencer las propias pasiones y no ser esclavo de las ajenas), hacía volver las aguas de los ríos a su cauce (el viaje del alma a las fuentes puras, en vez del curso del tiempo a la muerte y descomposición), y dejaba a la naturaleza entera en un estado de admiración, encantamiento, armonía y embeleso.
Estos libros clásicos que menciono han sido, en las diferentes civilizaciones, biblias del saber y de moral, verdaderas antorchas en el camino de la vida humana, vestes de calma y dignidad para quienes practicaron las verdades que en ellas hay, y aún en algunos casos, como el de la obra de Confucio, el soporte mismo de la cultura y civilización china durante más de dos mil años.
Es fácil enamorarse de uno, o de varios, de estos textos y que se conviertan en libros de cabecera, o en amigos inseparables, incluso en oráculos de vida cuando al abrir sus páginas al azar nos encontramos con el consejo o advertencia que necesitábamos. Y aunque se puedan leer en varias horas, son en verdad necesarios años de reflexión para ir asimilando sus profundísimas enseñanzas. Y una lectura, y otra después, y una tercera, y una cuarta, y a partir de ahí los fragmentos en que queramos detenernos, para así hablar con ellos o escuchar en silencio, pues como dice el budismo, los libros son sabios que están siempre a tu disposición, que nada te exigen, que todo lo dan, que siempre esperan, y que si te confrontan contigo mismo, con tus propios cielos y abismos, no lo hacen de forma temperamental, y siempre en la medida en que tú quieras seguir avanzando… nada más.
Hacer no sólo explicaciones sino también diálogos filosóficos sobre estas obras nos ayuda a amarlas y familiarizarnos con ellas. Muchas veces son evidentemente necesarias guías para su comprensión, o para sacarle el máximo provecho, pero después ellos mismos son mensajero, mensaje y enigmático emisor del mismo.
Estos libros “bienamados” a que hoy me refiero son:
- El Bhagavad Gita, auténtico tratado del “guerrero pacífico” y de la lucha interior para conquistar la Ciudad de la Sabiduría (Hastinapura), quintaesencia de la filosofía de la Aryavartha, la antigua India.
“Quien permite que su mente se apegue a los objetos de sensación, queda de tal modo envuelto en ellos que terminan por esclavizarlo.”
- Voz del Silencio, tratado místico del budismo tibetano, con la más pura doctrina de compasión por todos los seres vivos, quizás el libro más bello y de enseñanzas más límpidas nunca escritas.
“Ayuda a la Naturaleza y con ella trabaja y te considerará como uno de sus creadores y te prestará obediencia”
- El Dhammapada, o Camino de la Ley, de Siddharta Gautama, el Buda. Una síntesis sublime de todas las enseñanzas de El Bendito, en 423 máximas de la más pura sabiduría y practicidad.
“La vigilancia es el camino de la inmortalidad, los que vigilan, no mueren, los que no lo hacen es como si ya estuviesen muertos.”
- Las máximas de Ptahhotep, visir egipcio de la V dinastía. Este libro es un tratado de los deberes del alma humana, de la postura que debemos asumir ante las diversas circunstancias de la vida. Ante nuestros jefes, ante nuestros maestros, ante nuestros compañeros, ante los que trabajan bajo nuestra responsabilidad, ante los discípulos, o ante la amada (o), ante lo sagrado, etc., etc., o sea un tratado de perfecta cortesía.
“No te enorgullezcas de tu saber, aprende tanto del ignorante como del sabio. No se alcanzan los límites del arte y ningún artista posee la perfección total. Una bella palabra está más oculta que la esmeralda, pero se la puede encontrar en la sirvienta que trabaja en el molino.”
- Lun Yun o las Analectas de Confucio, una colección de sentencias del Maestro Chino, para armar una sociedad justa y feliz con ciudadanos justos y sabios.
“Cuando veas un hombre bueno, trata de emular su ejemplo, y cuando veas un hombre malo, indaga en tus propias faltas.”
- La República, de Platón, un tratado sobre el Ideal de Justicia, uno de los libros más sorprendentes nunca escritos, en donde entre miles de enseñanzas encontramos, por ejemplo, el famoso mito de la caverna, inspiración, por ejemplo, del filme Matrix.
“En tanto que los filósofos no reinen en las ciudades, o en tanto que los que ahora se llaman reyes y soberanos no sean verdadera y seriamente filósofos, en tanto que la autoridad política y la filosofía no coincidan en el mismo sujeto no habrán de cesar los males de las ciudades ni los del género humano.”
- Ética a Nicómaco, de Aristóteles, con sus maravillosos capítulos sobre la amistad, la justicia y sobre la naturaleza de las virtudes, y como hallar el Justo Medio en que nuestra alma halla la paz. Un auténtico tratado de inteligencia emocional filosófica.
“La virtud de la justicia consiste en la moderación según lo dispuesto por la sabiduría”
- De la Brevedad de la Vida, del genial filósofo cordobés Séneca. Por qué la vida nos parece breve y la muerte nos sorprende, desesperados, no importando la edad en que ésta llegue. Y como ser verdaderamente señores de nuestro tiempo exterior e interior para estar satisfechos y en paz con el que hayamos vivido, por más breve que éste sea.
“No es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho. La mayor rémora de la vida es la espera del mañana y la pérdida del día de hoy.”
- Las Meditaciones de Marco Aurelio, el emperador filósofo, joya de la más pura filosofía estoica, un diálogo del alma consigo misma, serena ante las más grandes dificultades, sufrimientos y catástrofes.
“Lo que no es útil para la colmena, no es útil para la abeja”
- Las Enéadas de Plotino, con sus metafísicas descripciones sobre el Ser, la Inteligencia y la Creación como corazón espiritual del universo entero, con sus tratados del alma y sobre el camino del músico, el amante y el filósofo para llegar al Reino de las Ideas Puras. El emperador Juliano las aprendería casi de memoria, y San Agustín forja su filosofía inspirado por sus enseñanzas.
“Morir es cambiar de cuerpo como el actor cambia de traje”
Si uno sólo de estos libros nos puede llevar hacia la comprensión y la paz, si entendemos y vivimos sus verdades, y transformar así nuestra vida, ennobleciéndola; juntos pueden llegar a convertirse en una fortaleza de ideas para enfrentar las más difíciles tempestades, y más aún si conseguimos que viva en el corazón el Ideal que inspiró para que fueran escritos.
Jose Carlos Fernández
Almada, 28 de septiembre del 2018