Arte

Adiós, Maestro Abreu

Aunque la verdadera política nunca debería ser deshonra, hay premios que al haber sido politizados, han quedado deshonrados. Uno de los ejemplos más hirientes de esto, ha sido, como todos sabemos, el Nobel de la Paz otorgado a Obama en 2009, poco después de haber obtenido la presidencia del ¿país más poderoso de la Tierra? En la wikipedia consta que la causa fue debido a los “esfuerzos de diplomacia y cooperación entre los pueblos”, pero más parece que se haya dado el premio a lo que se esperaba de él que a los esfuerzos fácticos realizados hasta ese momento. El envío de más tropas a Afganistán, la intervención armada en Libia, la violación de la soberanía de Pakistán para ejecutar a Osama bin Laden y otros más brutales tejemanejes de su Secretaria de Estado fueron “pecaditos” que no tenían que proyectar sombra ninguna sobre tal medalla de Paz, que por pudor debería haber rechazado.

Otros deberían haber recibido antes el premio, analizando y pesando los hechos de lo realizado en pro de la condición humana, y en pro de toda la humanidad. Y si no lo hicieron fue quizás también por razones políticas indirectas. Entre ellos, sin duda, uno de los que más lo hubiera merecido es el llorado Maestro Abreu, fallecido hace unos días, y después de una vida entera consagrada exitosamente al servicio a los más desfavorecidos, en Venezuela y en todo el mundo. Que este premio, el Nobel de la Paz, carezca de una versión póstuma hace inviable darnos prisa en limpiar el óxido y barro adheridos de tal medalla de oro, muy dañada, por lo demás retroactivamente, con la crisis de los rohingya y el silencio cómplice de Aung San Suu Kyi.

El filósofo Pitágoras nos enseñaba que evitemos “montar en el carro rápido de la fortuna, que es mejor viajar a pie”, y la política es casi la quintaesencia misma del rápido giro de sus ruedas. La Medalla de la Paz a un político o a quien entra en estas corrientes emocionales y de acción desesperada no garantiza nunca el futuro, tan incierto, y muchas veces olvidamos que Hitler (1939), Stalin (1945 y 1948)  y Mussolini (1935) también estuvieron nominados por la Academia Sueca para este premio. A los políticos, como a muchos tiburones empresariales y financieros, les gusta la expresión de “domar el tigre”. Pero más valioso es aquel que construye una pirámide de armonía, de belleza, de justicia y paz, de bendita inclusión para todos, día a día, mes a mes, año a año, durante décadas, como hizo, precisamente Jose Antonio Abreu (1939-2018), con su obra magnífica de El Sistema, sembrando en el mundo escuelas de música gratuitas para niños pobres y orquestas sinfónicas como templos de concordia, transformadoras de oyentes y ejecutantes.

En el año 2009 la Real Academia Sueca de Música le otorgó el Polar Music Prize y expresó que:

“Galardona al director de orquesta venezolano, compositor y economista Jose Antonio Abreu. Impulsado por una visión que el mundo de la música clásica puede ayudar a mejorar las vidas de los niños de Venezuela, creó la música de la red de El Sistema, que ha dado a cientos de miles las herramientas para salir de la pobreza. La creación de El Sistema ha promovido valores tradicionales como el respeto, el compañerismo y la humanidad. Su logro nos muestra lo que es posible cuando la música se hace el terreno común y por lo tanto, forma parte de la vida cotidiana de la gente. Al mismo tiempo, una nueva esperanza para el futuro se le ha dado a niños y padres, así como a los políticos. La visión de Jose Antonio Abreu sirve de modelo para todos nosotros.”

Es una pena que este premio no tuviera fuerza osmótica para que recibiera el de la Paz, que merecía.

Ya en el año 2001 había recibido el premio Right Livelihood, otorgado también por el Parlamento sueco, y que es considerado como un Premio Nobel de la Paz alternativo. Otorgado por “conseguir un renacimiento cultural único, trayendo los beneficios de la música a un número incontable de niños y comunidades”. En la página web de este premio remarcan una frase importantísima del Maestro Abreu para entender la finalidad pedagógica de este sistema de orquestas:

“Una orquesta es mucho más que una simple estructura artística. Para los jóvenes, interpretar música juntos es un modo de interactuar profundamente unos con otros, suscitando la devoción a la excelencia y la disciplina de aprender a trabajar juntos…”

Jose Antonio Abreu nació en la ciudad de Varela, el 7 de mayo del 1939, a los pies de los Andes, en Venezuela. Desde niño sintió una atracción intensa por la música, y estudió canto, piano y composición en la Escuela Superior de Música José Ángel Lamas, obteniendo, como compositor, en 1967 el Premio Nacional de Música Sinfónica. Se graduó en Economía, y en 1963 fue diputado del Congreso Nacional. Durante casi 20 años, en los 60 y 70 fue profesor de Economía en varias universidades de Venezuela, y entre 1989 y 1995 Ministro de Cultura, vicepresidente y director del Consejo Nacional de la Cultura de este país.[1]

La obra de su vida, fue, realmente, la implementación de “El Sistema”, en el año 1975, y que es la abreviatura de “Fundación del Estado para el Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela”, aunque ya ha trasvasado, con mucho, este significado, al extenderse por un gran número de países, en Latinoamérica, América del Norte, el Caribe y Europa. En España, a pesar de que en el año 2008 le haya otorgado el Premio Príncipe de Asturias, sólo fue implementado en el 2013, por la Fundación para la Acción social por la Música, que funciona en Madrid y Zaragoza.

La “obra alquímica” es que transforma completamente la vida de los niños que participan en estas escuelas de música y orquestas infantiles y juveniles, apartándolos de la exclusión social que llevan a la pobreza, a la delincuencia y a la droga. Pues El Sistema incide mayormente en los medios más desfavorecidos, beneficiando a aquellos que de ningún modo podrían pagarse una educación musical avanzada. Y no hablamos de la música como profesión sino como ideal de armonía, como búsqueda de la belleza, como formación de carácter y vivencia de fraternidad y sentido de familia de almas. Las escuelas y orquestas se convierten, como vemos en los documentales de “El Sistema” y sobre todo en “Tocar y Luchar” en núcleos de transformación, de crecimiento interior, de autoconocimiento. O sea no se trata simplemente academias musicales, sino de búsqueda de armonía, de la encarnación de un Ideal en Marcha que va con sus Ruedas de Ígnea Belleza, dignificando todo lo que toca. Como dice el Maestro Abreu en el documental “Tocar y Luchar”:

“Quien genera belleza tocando, y tiene la armonía musical, comienza a conocer por dentro lo que es la armonía esencial, la armonía humana.”

Esa armonía encarnada en miles de jóvenes es lo que arranca lágrimas de belleza y de profunda emoción a Plácido Domingo, que apenas puede creer lo que ve, o al recién fallecido Claudio Abado (1933-2014), que dice hallarse en el cielo en medio de ángeles y querubines, o a Simon Rattle, director de la Orquesta de Berlín, que dice en este mismo documental, extasiado, que si consiguen esa perfección, es porque “la orquesta les salva la vida, la orquesta es para ellos lo más importante del mundo”. La orquesta, símbolo y encarnación de la concordia, no es un medio ni de placer (aunque lo provoque, el estético), ni de prestigio ni económico, sino una finalizad, la de las almas mismas armonizadas. La justicia, armonía, o sea, un Ideal no es un medio de alcanzar una finalidad, es el atributo puro del Ser, y por lo tanto, el camino mismo de la verdadera autenticidad. De nuevo con palabras del Maestro Abreu, en el mismo documental:

“¿Qué es una orquesta? Una orquesta es una comunidad, que tiene por característica esencial y exclusiva, ella sola tiene esa característica, de que es la única comunidad que se constituye con el objetivo esencial de concertarse entre sí, por tanto, el que hace práctica orquestal, comienza a vivir la práctica de la concertación, ¿qué significa la práctica de la concertación?, la práctica del equipo, la práctica del grupo que se reconoce a sí mismo como interdependiente, donde cada uno es responsable por los demás y los demás son responsables por uno. ¿Concertarse para qué? Para generar belleza.”

En el año 2015, se realizó un macroconcierto en Caracas para celebrar el 40 aniversario de la fundación de El Sistema y para rendir homenaje al Maestro Abreu. En él se expusieron datos conmovedores (que deben ser más aún hoy) de su impacto, sólo en Venezuela:

623.000 jóvenes, niños, niñas y adolescentes, provenientes de los diferentes estratos sociales del país, especialmente de los más favorecidos están cursando en este programa. Lo que significa que en todos estos años han podido ser beneficiados de este programa de formación musical e inclusión social más de un millón.

1210 agrupaciones musicales

372 Coros infantiles y juveniles

416 Núcleos de formación

8929 docentes, la mayor parte voluntarios

El 76 % de los beneficiados están por debajo del índice de pobreza

Incluye un programa de Orquestas Penitenciarias, otro de Formación para bebés y hasta los 3 años de edad, y todo un Programa de inclusión de sordos y discapacitados en tales orquestas, llamado “Coro de manos blancas”

Gustavo Dudamel -uno de los mejores directores de orquesta del mundo, y que entró en El Sistema, como en una gran familia, con cuatro años- en la presentación de este 40 Aniversario, nos dice:

“En lo que se ha convertido El Sistema en el mundo es uno de los más poderosos emblemas de paz, de unión, de amor, de belleza. Belleza, paz, amor, que tanto se habla, pero que muy poco se aplica. La música es un lenguaje universal, y es tan subjetiva como que todos podemos sentir con una misma melodía, distintas sensaciones. Y allí está el poder de la música, el poder transformador de la música…”

Otra de las estrellas de El Sistema es Edicson Ruiz, que fue, además el fundador de la orquesta infantil de Caracas y uno de los mejores contrabajos del mundo y que toca hoy, con sus 32 años en la Filarmónica de Berlín. Verlo y oír tocar el contrabajo, por ejemplo en el Concierto para Contrabajo y Orquesta de S. Koussevitzky y dirigido por Dudamel, es una “experiencia transformadora”. Parece convertirse en una lengua de fuego que lame el instrumento inmóvil y le arranca armoniosos gemidos que llegan a lo más profundo del alma. Su alma en el contrabajo, como la de un samurai en su espada, el cuerpo se convierte en un dócil instrumento del mismo, una sombra móvil que ejecuta lo que el contrabajo dicta.

En este mismo documental, “Tocar y Luchar” oímos decir al Maestro Abreu:

“¿El ritmo es un fenómeno musical? No. El ritmo es un fenómeno espiritual. El ritmo es el pulso interior del alma, de manera que lo que hace la música es sublimar el pulso interior del alma y expresarlo en forma armoniosa, sutil, en forma invisible y transmisible sin palabras a los demás seres humanos. Es el arte de lograr concertar voluntades y almas y espíritus para generar un mensaje. Un mensaje y unos valores óptimos que transforman profundamente el espíritu de ese niño y de ese muchacho que hace esa orquesta ¿Qué es lo que la gente siente? Una revelación. Dios revela algo que es inefable, algo que es impenetrable para la racionalidad, que sólo es penetrable por la intuición. Ese joven que está penetrado por la música, desafiado por el discurso musical y por el lenguaje de la orquesta comienza a transformarse también él psicológicamente. Tenemos que dejarnos invadir por ese arte que nos une a través de la música, de la plástica, de la literatura, del cine… y comenzar a reconocernos a nosotros mismos en nuestra esencia, en nuestra identidad, a través del arte que es, el único mundo en el que podemos realmente encontrar la revelación auténtica de nuestro ser. El ser auténtico lo revela el arte, como portador de la belleza, que es ser, que es bien, que es verdad.”

“El arte implica sentido de perfección, por tanto de excelencia, el camino a la excelencia. ¿Qué es lo que entonces la orquesta ha sembrado, definitivamente en el alma de sus miembros? Sentido de la armonía, sentido de orden, implícito en el ritmo, sentido de lo estético, de lo bello, de lo universal, y del lenguaje de lo invisible, ese lenguaje de lo invisible que se transmite invisiblemente.”

Y a ese mundo invisible, paraíso de armonía y belleza tú te has ido ahora, feliz por la obra realizada, por la armonía sembrada en el corazón de más de un millón de niños y jóvenes, por la esperanza de hacerles ver un camino donde antes sólo había ruinas, escombros, desierto y desolación, de hacerles vivir un futuro verdaderamente humano.

Adiós Maestro Abreu, y gracias, en nombre de tantos infinitos huérfanos que han sentido un padre en la Tierra. Y gracias a ti, también, y en la armonía musical y humana, un Padre en el Cielo.

 

Jose Carlos Fernández

Almada, 5 de Abril del 2018


[1] Datos extraídos de la wikipedia.es en “Jose Antonio Abreu”

1 comentario en “Adiós, Maestro Abreu”

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