Historia

Viaje a Mérida

Todas las Españas inclinan sus fasces frente a Emérita[1]

Fotografia de : Carmen Morales

Los últimos días de Abril un grupo de estudiantes de Nova Acropole de Lisboa viajamos a la antigua Augusta Emérita para adentrarnos en el alma de Roma, tan presente en los monumentos de esta ciudad. Complementar lo que uno estudia con experiencias directas “sobre el terreno” es fundamental. No es lo mismo hablar de mosaicos, y explicar sus técnicas de construcción, etapas iconográficas, los tipos de teselas, etc., que estar frente a ellos, como no es lo mismo ver un león en un documental en televisión que estar frente a él, cara a cara, máxime si él está en su escenario natural.

El primer lugar al que fuimos fue al conjunto monumental que incluye al teatro romano y al anfiteatro. Hicimos pruebas de la excelente acústica del primero, en que un auditorio de 6000 personas era capaz de oír sin dificultad un susurro. En el anfiteatro casi oímos el “ave cesar, morituri te salutant” de los gladiadores virilmente dispuestos a enfrentar la muerte. Por la puerta este retornaban los vencedores, por la oeste, como el sol que muere, los vencidos. Discutimos sobre el simbolismo de la lucha clásica entre el retiarius, con su red y tridente, y el myrmillo con su espada corta y escudo legionario y su yelmo coronado por una forma de pez. El pez alma y la red materia, el pez estrella y la red oscuridad del espacio, el pez Venus-conciencia y la red del karma que impide su libre avance. Recordamos también lo que narra San Agustín en sus Confesiones, de la retórica que tuvo que usar para hacer que uno de sus discípulos se apartase de la crueldad de estos juegos circenses.

Fotografia de : Carmen Morales

Desde allí nos dirigimos a la llamada Casa del Mitreo, de la que se discute aún si era una vivienda particular o una Escuela asociada a los Misterios del Dios Mitra, cuya estatua se encontró muy cerca, excavando en la actual Plaza de Toros de la ciudad. Es difícil pensar que sea una simple villa extramuros cuando uno está ante su mosaico cosmológico, uno de los más impresionantes y significativos de todo el Imperio Romano. Los especialistas se inclinan porque este mosaico es del siglo IV, de la época del emperador Juliano, el filósofo (y no el “apóstata” como ignominiosa, e infamemente se le llama). Los Dioses han sido sustituidos por conceptos filosóficos o símbolos naturales. Tal y como en la Teogonía de Hesíodo quien preside todo el mosaico, casi escondido, es el Caos, no como desorden, sino como la homogeneidad primera en que todo se fundamenta y desde la que todo nace. Pues todo lo que existe sólo puede nacer, desarrollarse, vivir y consumirse en la unidad, que evidentemente nunca pierde ni adultera su naturaleza absolutamente pura. Los investigadores han hecho estudios muy interesantes de geometría sagrada en este mosaico cosmogónico, pletórico de vida, color y significado:

  1. El rectángulo que le sirve de base es de proporciones 3, 4, lo que origina el triángulo sagrado o egipcio 3,4,5.
  2. Hay tres centros en la composición del mosaico, que generan tres mundos o dimensiones distintas, equivalentes al cuerpo, alma y espíritu; o al Soma, Psique y Nous de la filosofía griega. Son el mundo celeste o inteligible, el terrestre o central y el infernal o acuático.
  3. Hay un triángulo que se repite varias veces en la composición, es el isósceles de proporciones 3, 3, 2. El ángulo del mismo es exactamente el de la latitud en que encuentra la ciudad de Mérida, 38º 90
  4. En el mosaico, hay tres fuegos representados: Tonitrum (el rayo celeste), el del Sol, y el que ilumina la Tierra, Pharus. Los dos primeros se proyectan sobre el tercero formando un triángulo isósceles. Curiosamente en la religión filosofía hindú se enseña que hay tres formas de fuego: el eléctrico (el rayo), el solar, y el de fricción (de tierra).
Fotografia de : Carmen Morales

En la Casa del Mitreum se conservan los famosos estucos romanos, coloridos y acogedores, aunque por desgracia dadas las malas condiciones de conservación y las lluvias, uno de los muros había caído desmenuzado. Otros mosaicos en teselas blancas y negras nos dan importantísimas lecciones de simbología, vemos nudos de Salomón, entrelazados de esvásticas, el Huevo de la Vida, sinusoides como la del tiempo, diferentes tipos de rombos, etc. Y, otra vez a color, una figuración del Dios Eros, como un niño alado llevando junto al pecho, protegiendo una paloma azul, símbolo del alma.

Desde allí nos dirigimos al columbario por una avenida de cipreses con máximas de filósofos estoicos y de Epicuro, lecciones filosóficas de la más viva actualidad. Recientemente han construido una exposición abierta sobre el mundo funerario romano con paneles explicativos y muestras arqueológicas muy interesantes e ilustradoras.

Fotografia de : Carmen Morales

Por la tarde vimos los tesoros del Museo Nacional de Arte Romano: el mosaico de los 7 Sabios y el de la lucha contra el jabalí, con infinidad de motivos geométricos simbólicos a todo color. Si hubo una intención determinada a la hora de usar unos u otros símbolos, ahí tenemos una obra colosal de enseñanzas secretas de las que perdida la transmisión oral, sólo resta la soberbia belleza de sus imágenes. Los medallones gigantescos de la Medusa y de Zeus-Amón, o las estatuas de culto de Mitra, o Zurvan Cronos, como Señor del Tiempo Infinito, con cabeza de león, cuerpo humano y una serpiente girando en torno suyo. Mitra al que se identifica muchas veces con el Sol es más bien su poder oculto, el mismo poder que arde en el corazón humano y le impulsa a vencerse a sí mismo, a no caer, a no retroceder frente a los peligros. Mitra es también la Estrella Sirio, rey de nuestro Sol, por eso es a veces representado pasando el brazo por encima del astro rey, o sea, protegiéndole, como su servidor.

Admirable también el mosaico de Orfeo y uno con una estrella dorada gigante rodeada de otras más pequeñas, en medio de un ajedrezado tipo masónico. Vimos la llamada Estela de la Luna, posiblemente visigoda, con la inscripción enigmática: “Y antes, la Luna fue su morada”. ¿Se refiere a esta tradición esotérica divulgada por H.P.Blavatsky que enseña que las mónadas o chispas divinas que forman la actual humanidad, antes se desarrollaron en un planeta exuberante de vida que es nuestra actual luna, hoy un cadáver helado?

Fotografia de : Carmen Morales

Bellísima la estatua de la diosa Venus delfiniaria. Venus es el gran Amor que todo lo une y que a todos convoca en la rueda de la existencia, y el delfín las almas que entran más o menos alegres, en la corriente de la vida, en el mar de la materia.

Varias horas pasamos, rodeados de tantas joyas inolvidables, nuestros cuerpos exhaustos de cansancio, pero nuestras mentes deseando penetrar más en el misterio, buscar indicios que nos llevasen a una mayor comprensión. Recuerdo el debate que sostuvimos al comparar los huevos de vida y las flechas de la voluntad que aparecen en los frisos de los templos romanos, con este mismo motivo iconográfico repetido en el arte manuelino portugués. Representando ambos la polaridad que sostiene el mundo, el huevo femenino de la vida, Ying, y las flechas del impulso creador, Yang.

Al terminar en el Museo -a punto estuvimos que fuese el Museo el que terminase con nosotros- y después de un merecido descanso, nos dirigimos a la Iglesia de Santa Eulalia, donde se ven superpuestas una villa romana del siglo II, un cementerio ¿cristiano?, y finalmente la basílica de la santa patrona de Mérida, que hizo de esta ciudad un foco de peregrinación durante siglos en la Edad Media. En el atrio de la iglesia, está el llamado “Hornito” donde los fieles oraban pues se decía que allí había sido quemada mártir la santa. A dicho oratorio se accede por los restos de un Templo a Marte y en el dintel abundan los símbolos del Dios del Valor: despojos de guerra, el gallo, el jabalí, estandartes y pendones, el lobo, etc.

Fotografia de : Carmen Morales

Al día siguiente paseamos por el puente romano, casi intacto dos mil años después de que fuera construido. Así eran los romanos, cuando trabajaban no pensaban en los costes de producción versus duración de la obra, buscando el punto irreal donde se juntan ambas curvas opuestas, tampoco pensaban en la base de nuestro liberalismo económico, la ley de oferta y demanda. Simplemente se hacía lo que era necesario, natural hacerlo, y se hacía bien, perfecto, no importando el esfuerzo ni el gasto. Y así, sus huellas son verdaderamente huellas de gigante, sus puentes y acueductos y otras obras de ingeniería duraron milenios, ¿durarán los nuestros siglos, o simplemente decenios, sin carísima manutención? La vega del Guadiana hacía aún más inspirador el pasaje por el puente. Recordamos la estatua del Guadiana, como numen, divinizado, recostada en el museo de la ciudad: para los romanos, como para los filósofos hindúes y los poetas antes y después, los ríos son seres vivos, infinitamente más vivos que nosotros y derraman los dones abiertos de su fertilidad con el cuerno de su abundancia. ¿No cantó Camões a las Tágides, a las ninfas del Tajo, buscando en su canto sonoro el encantamiento para sus versos, al componer Os Lusíadas?

Fotografia de : Carmen Morales

Después vino la visita a la Alcazaba árabe, fortaleza militar que defendió la ciudad de los ataques cristianos, y luego fortaleza a cargo de la Orden de Santiago para protegerla del avance de las hordas almorávides y almohades. Es admirable la cisterna que mantenía la vida de esta Alcazaba y la protegía de sitios prolongados, extrayendo por filtración agua del mismo río, usando la ley eterna de los vasos comunicantes.

El museo visigodo, menos conocido, nos ofreció sorpresas no esperadas, como el símbolo de la Flor de la Vida, proyección en el plano de los sólidos platónicos, símbolo sagrado desde que se tiene noticia, que aparece (quizás griego) en el Templo de Abidos egipcio, entre los romanos, en los diseños de Leonardo da Vinci, y visigodo lo encontramos también por ejemplo, en el micromuseo en el interior de la Mezquita de Córdoba. También un asombroso Crismón, anagrama de Cristo, y símbolo del Logos, pues sus cuatro letras griegas constitutivas generan el Número de Oro.

Fotografia de : Carmen Morales

Por desgracia la concatedral estaba cerrada, así como el museo de Geología y Prehistoria con los hallazgos de numerosos dólmenes de la provincia.

En el Circo, el segundo más grande del Imperio Romano, imaginamos las siete vueltas que hacían las cuadrigas frente a un público de hasta 30.000 espectadores. Cuando las luchas de gladiadores y aún las Olimpiadas y juegos deportivos ceremoniales fueron abolidos aún se mantuvo durante más de un siglo las carreras en el circo que evocaban ceremonialmente los movimientos de los astros, siendo cada carro el símbolo de un planeta y estrella, con sus ruedas de fuego giratorias, y el auriga el principio rector o Dios del mismo. Cerca de la meta del circo hicimos una adaptación muy simple e improvisada de las lampadedromias o carreras de antorchas que se hacían en honra a la diosa Atenea, Hefesto o Prometeo. Pues en estas carreras no se medía la destreza atlética, ya que eran solo 25 metros los que recorría cada uno, lo que estaba en juego era la armonía conjunta que permitía traspasar la antorcha bien sin perder un segundo, y también la importancia del impulso, el romper la inercia para así poder entregar el fuego.

Fotografia de : Carmen Morales

Con el aire totalmente limpio debido a las lluvias del día anterior, y los serenos dorados de un atardecer, con un sol aún ardiente en su declinio, paseamos por los jardines de la Diosa Proserpina, nombre del lago y de la presa que suministraba agua a toda la ciudad a través de varios acueductos a muchos metros de altura. Los muros de contención a ambos lados –a un lado para sostener la presión del agua, al otro para evitar la presión que ejerce la tierra cuando el lago tiene menos agua- son una obra de ingeniería formidable dados los medios de que disponían, sin las enormes grúas hidráulicas y de motor eléctrico con las que hoy trabajamos. El ingenio, la concordia, una enorme capacidad organizativa, su voluntad inquebrantable y  amor al trabajo -no contaminado por la maldición bíblica que lo convierte en el pecado de Adán- regidos por máximas como “Per aspera ad astra” (a través de las dificultades hasta las estrellas) o “labor omnia vincit” (el trabajo todo lo vence) hicieron posible obras arquitectónicas y de ingeniería que Occidente no va a conseguir hasta la Revolución Industrial y el uso de motores de vapor, que por cierto los romanos también conocían, pero que nunca usaron industrialmente.

Fotografia de : Carmen Morales

Una danza de silfos, agitando las aguas del lago y trazando enigmáticos jeroglíficos en su espejo fue la despedida de este estupendo viaje a la otrora capital de Lusitania, agradezco a mis discípulos la oportunidad de tan bellas horas de arte, historia y conversaciones sobre los más variados temas, pues como repitió el filósofo Séneca, “nada realmente humano nos debe ser ajeno”.

 

Jose Carlos Fernández

Almada, 5 de mayo del 2017


[1] Texto de Ausonio, Ordo Urb. Nob. IX 293 e ss. Nota extraída do artigo «El Mosaico Cosmológico de Augusta Emérita e las Dionisíacas de Nonno de Panópolis» de Javier Arce, que aparece no livro El Mosaico Cosmológico de Mérida, Cuadernos Emeritenses n.º 12.

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