Ciencia

Tesla y la Doctrina Secreta

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“Si existe en la Tierra algo parecido al progreso, la ciencia tendrá que renunciar algún día nolens volens, a ideas tan monstruosas como las de sus leyes físicas gobernadas por sí mismas, vacías de alma y de espíritu, y tendrá entonces que volverse hacia las Doctrinas Ocultas” [1]

H.P.Blavatsky

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¿Qué reserva el futuro a este ser extraño, el hombre, nacido de un suspiro, de constitución perecedera, aunque inmortal, con sus poderes terribles y divinos? ¿Qué magia forjará en el final? ¿Cuál será su mayor hazaña, el logro que corone sus esfuerzos?

Tesla, en su artículo “El mayor logro del hombre”

 

Uno de sus biógrafos ha descrito a Nikola Tesla como “el hombre que inventó el siglo XX”. Y ciertamente que así es. No sólo es el mayor científico e inventor de toda la historia (Einstein, Maxwell, Marconi, son enanos en comparación con el tamaño de la obra de Tesla), sino que allí donde dirijamos la mirada nos encontraremos inventos que él desarrolló o que dijo haber realizado, y tenemos bastantes razones para creerle. Móviles, radiotelescopios, microscopio electrónico, rayos x, corriente eléctrica alterna, motor de inducción, dinamos, compresores, altavoces, tubos detectores de electrones, rayos ultravioletas, luz negra, robótica, terapias por campos magnéticos, ionizadores, lámparas fluorescentes, la radio, radares, búsqueda de inteligencia extraterrestre (Programa SETI), transmisión eléctrica sin hilos, radiactividad artificial, producción controlada de rayos esféricos y de Ondas Estacionarias resonantes con las de la Tierra, lámpara de bombardeo nuclear (antecesor del Ciclotrón), métodos para encontrar depósitos de oro y otros metales a través de Ondas Estacionarias, uso de la ionosfera para transmitir impulsos eléctricos de un lado al otro del globo terrestre, el rayo láser y el máser, etc, etc.

Estos son los inventos reconocidos hoy, otros serán aceptados en cuanto se desclasifiquen todos los documentos que la CIA reserva como secretos, al servicio de oscuros intereses (y que nos atrevemos a definir como de gran estafa a la Humanidad): aeronaves sin necesidad de combustible y a velocidades prodigiosas (pues los ovnis que tanta mitología han desarrollado es probable que no sea sino prototipos militares que usan la tecnología Tesla), generadores eléctricos perpetuos[2], automóviles que no necesitan combustible, electricidad ni mantenimiento [3], desintegradores, su famoso Rayo de la Muerte y otros que desconocemos pero al que el científico hizo referencia en su vida.

Y sin embargo, a diferencia de Edison, Tesla apenas si es conocido y hasta hace pocos años pocos, excepto en su país natal, Croacia, le han elevado una estatua en su honor y memoria. Hay multitud de indicios sobre cómo la CIA organizó, ya antes de su muerte, una campaña de desprestigio del científico, cómo le robó los documentos (pocos, pues guardaba todos sus prototipos en su prodigiosa memoria [4]) y cómo tras su muerte, se esforzó en que su ciencia fuera olvidada y que todas las líneas de investigación y experimentación abiertas fueran truncadas. Es también probable, y así indicado por algunos científicos investigadores, que la CIA manipulase la importancia o incluso la veracidad de determinados experimentos científicos para desmerecer la filosofía y ciencia de Tesla.

Toda la filosofía científica de Tesla descansa en la existencia del éter como medio conductor de todos los impulsos eléctricos, calóricos, lumínicos, etc. Toda la Teoría de la Relatividad de Einstein, a su vez descansa en la no existencia de este éter y en que la velocidad de la luz sea constante en cualquier referencial. Desde finales del siglo XIX y durante las primeras décadas del siglo XX se realizaron distintas mediciones de la velocidad de la luz en las distintas direcciones del espacio. El experimento clave para medir la velocidad de la luz en cualquier dirección es el interferómetro de Michelson-Morley. Se hace pasar un rayo de luz por un cristal semitransparente y que este se divida en dos, a los que con un sistema de espejos se los dirige en una dirección del espacio y en su perpendicular; luego se los hace juntarse y se observa el patrón de interferencia (ya que la luz es una onda). Según como este sea se sabe si la velocidad es mayor, menor o igual. Si la Tierra se moviese en favor de este hipotético (o no) éter, la velocidad de la luz final –decían los detractores del éter- sería la velocidad inicial más la que lleva la Tierra en su desplazamiento por el Espacio (éter).

Después de muchas experiencias, las últimas realizadas con láser, el resultado era siempre el mismo, la velocidad de la luz es idéntica vaya a favor o en contra del movimiento de la Tierra[5]. Esto hizo a Einstein rechazar como inútil la idea del Éter, que tan contradictorias propiedades asumía, según lo que se exigiese de él. Y sin embargo, descartar la idea del Éter no es de ningún modo una deducción directa del experimento de Michelson-Morley. Si una persona, a la carrera, toca al encontrarse con él, la nota de un piano, el sonido será el mismo que si lo hace cómodamente sentado junto a él. La transmisión de la onda dependerá, siempre, de la naturaleza del medio y no a qué velocidad se produjo. El efecto sonoro Doppler (como el luminoso Doppler-Fizeau) no aumenta o disminuye la velocidad de transmisión de la onda sino sólo la frecuencia de la misma. Si esto es así para el sonido, ¿por qué no ha de serlo para la luz? (sólo al considerar la naturaleza corpuscular de la luz nos encontramos el problema) Así, bien fuera el Éter inmóvil y la Tierra se desplace como gigantesco bajel en su seno, ya acompañe el Éter a la Tierra como una vestidura invisible, que la velocidad de la luz sea constante en un medio dado nada dice de la hipótesis del Éter. El propio Einstein, al final de su vida, volvió a la idea de Éter. Es completamente absurdo desde la lógica más elemental, decir que la luz es una onda electromagnética y que no hay un medio que ondula o un soporte para la vibración. Sabemos la respuesta de la ciencia: la variación u ondulación eléctrica genera la magnética y la magnética la eléctrica, pero si vibra u ondula no podemos prescindir de la idea de un medio o sustrato. De hecho la Física, y Cosmogonía actuales dotan al Espacio “vacío” de una serie de propiedades que nos hacen pensar en el Éter de los Presocráticos: constante dieléctrica, módulo de elasticidad, permitividad eléctrica y susceptibilidad magnética, conductancia, impedancia (resistencia a pasaje de ondas electromagnéticas) y muchas otras.

No olvidemos que los conceptos de “materia oscura”, “energía oscura” o “expansión acelerada” no han nacido como una deducción natural de los hechos sino casi como artificios matemáticos para explicar los datos tan contradictorios e inexplicables que se encuentran los astrofísicos respecto a las anomalías gravitatorias. ¿Y no será que lo que falla es la propia Teoría de la Gravedad, que nuevas generaciones de físicos ponen en entredicho?

Las últimas mediciones que se hicieron de la llamada radiación de fondo (que por cierto, presenta una estructura como de grumos) frustraron las esperanzas e ilusionismos de muchos adeptos de la ciencia (ficción). Las variaciones en la temperatura de esta “radiación de fondo” indicaban que el Universo no era “cerrado” (es decir no habría nacido de la explosión de un Big Bang, que se precipita finalmente en una gran implosión, el Big Crunch) ni abierto (en una expansión, que según la Ley de entropía llevaría al Universo a una “muerte gélida” a la infinita separación de todas las estrellas y finalmente átomos del Universo) sino que el Universo se presentaba infinito (es decir, sin capacidad de ser medido, aunque en la cosmogonía de Einstein sea finito pero ilimitado en cuatro dimensiones) y estacionario; tal y como preconizaba Giordano Bruno, cuatrocientos años antes, y H.P. Blavatsky hace poco más de un siglo. Este Universo estacionario es el que describe también Tesla.

No se conoce ninguna mención de que este genio serbio conociera –por referencias- la obra monumental de H.P. Blavastky, la Doctrina Secreta, pero es muy, muy probable. Tesla trabajó durante años en Nueva York, donde entre la gente culta era común hablar de las doctrinas teosóficas [6], así como entre las menos cultas, hablar de las andanzas, poderes y peripecias de Madame Blavatsky. Nada más llegar a esta ciudad, Tesla trabajó (como sólo Tesla podía hacerlo, con un ritmo de más de dieciocho horas por día) con Edison. Edison no sólo era teósofo sino que había conocido y era discípulo de H.P.B. Es muy difícil que no le haya mencionado a Tesla las doctrinas profundamente filosóficas, espirituales y científicas que formaban el corpus teosófico, especialmente Isis sin Velo (escrito en 1877) y la Doctrina Secreta (en 1888). La insaciable búsqueda de saber de Tesla habría hecho el resto, sino fuese por la enemistad que surgió entre este científico y Edison. La cuestión es que cuando Swami Vivekananda, el gran yogui y pandita hindú viajó a los Estados Unidos a pregonar la filosofía de la antigua Aryavarta (La India), y enseñó a Tesla los conceptos tan filosóficos de la Escuela Samkhya: el Akaza como sustancia madre que nutre todo el Espacio o materia primordial, Brahman como la causa indiferenciada, el Absoluto; Mahat como la energía creadora en estado puro, libre de los lazos de la materia y sus tres cualidades o gunas (rajas, tamas y salva) Y Prana como la energía fluyendo en el Arbol de la Vida, etc; Tesla quedó muy impresionado lo que prueba que él no había leído ni Isis sin Velo ni la Doctrina Secreta (por lo menos no hasta el año 1896) en que estos términos abundan con explicaciones detalladas y relacionadas con la Ciencia.

Tesla, pienso, no debía ser teósofo, pues no creía en la Reencarnación, ni siquiera en la vida post-mortem. Quizás después de conocer a Vivekananda y su filosofía, y devorar libros como “Los Grandes Iniciados” de Edward Schuré (que era teósofo)  o el Evangelio del Budha, variase en sus planteamientos, pero no es esto lo que se deduce de la biografía de Tesla escrita por O`Neill.

El hecho de que no fuera teósofo hace más interesantes las coincidencias que hallamos entre sus ideas científicas -genuinamente propias, derivadas de la experimentación y de una luz intuitiva penetrante como un laser- y las enseñanzas de la Doctrina Secreta de H.P. Blavatsky, que son un memorando de la filosofía iniciática antigua.

Es evidente que Tesla es una encarnación histórica, pues, como Édison, mudó completamente la faz del siglo en que vivió. Si creemos en las tradiciones esotéricas, Tesla se nos presenta como un genio capaz de evocar el “karma atlante”, para bien y para mal.

Para bien, por su evidente generosa y siempre bondadosa intención hacia el conjunto de los seres humanos. Todos sus esfuerzos estaban consagrados a mejorar la condición humana y no aceptaba otro veredicto que el de la Historia: se “olvidaba” de los beneficios de sus patentes, no le importaba que otros se llevasen la honra de sus inventos. Podría haber sido, sólo con el cobro de los royaltis, el hombre más rico del planeta y sin embargo murió en extrema pobreza, sostenido piadosamente por una pensión de la tierra que lo vio nacer.

Y para mal porque, a pesar de su extrema prudencia, las investigaciones que realizó –las conocidas y las ocultas- han permitido armas de destrucción masiva que no podemos ni imaginar y un poder casi sin límites para expoliar y contaminar la naturaleza. No era este el mundo que soñó[7], un mundo plácido, sereno y sin necesidades ni egoísmos, todo ello fruto natural de su ciencia e invenciones. Y sin embargo, en sus propios devaneos científicos ya nos damos cuenta del peligro de un conocimiento excesivo sin el conocimiento de cuáles son los límites que no debemos sobrepasar en nuestra audacia. Ya que nosotros mismos somos seres vivos en un organismo vivo que es la Tierra, que a su vez es impulsada por la Vida que irradia del Sol, Vida que según Tesla, es quien sostiene el movimiento de los planetas.

Tesla decía que podía, no sólo extraer energía casi ilimitada de la tierra, a través de un gigantesco oscilador armónico (nada malo hay en ello), sino también arrancar a la Tierra entera de su órbita natural para conducirla a través del espacio. Decía que podía modificar la duración de los días y las noches (es decir, afectar la rotación de la Tierra), mudar el clima, iluminar los océanos haciendo correr gigantescas corrientes eléctricas a través de la atmósfera (que a bajas presiones se convierte en un superconductor). Esto ya no es lícito, pues quiebra el equilibrio en que se desenvuelven infinidad de vidas: los diferentes ecosistemas se verían fatalmente dañados. Es a esto que nos referimos como “karma atlante”. Pues según narran ciertas crónicas ocultas y repiten de un modo alegórico las diferentes mitologías, la Atlántida sucumbió al peso de las iniquidades, cuando su ciencia obligó a las leyes naturales a servir, fuera de la medida, al egoísmo humano. Narran estas crónicas que los magos[8] atlantes consiguieron desviar el mismo eje de nuestro planeta Tierra y ajustar el clima para que sus tierras disfrutasen de una eterna primavera. Y claro, la Tierra es un ser vivo y finalmente reaccionó.

La imaginación de Tesla es, sin duda, la de una Nueva Humanidad, según las enseñanzas esotéricas, transcurridas decenas de miles de años, o quizás más; la que es referida por H.P. Blavatsky como Sexta Raza o Sexta Humanidad. Se nos enseña que esta imaginación y un “sexto sentido” que permitirá ver a distancia y penetrar en el alma de la Naturaleza (y por lo tanto, en sus leyes escondidas), serán la herramienta y el método principal de conocimiento. En ese sentido Tesla es un predecesor de este Hombre Nuevo, la Nueva Humanidad de la Intuición que decía Jinarajadasa.

A ello hemos de sumarle su capacidad de trabajo y cuán lejos estaba de todos los juguetes de ilusión del mundo: dinero, fama, aprobación o no de los otros, necesidad de una vida sentimental, o cualquier otra búsqueda de placer. Estaba absolutamente consagrado a descubrir a través de la experiencia y de la reflexión nuevos principios de la Naturaleza, y sus empleados cuentan que muchas veces quedaba absolutamente inmóvil durante horas, en pie cuando trabajaba, con la mirada perdida en un éxtasis profundo. Otras perdía la conciencia de su yo personal, olvidándose quien era, su nombre, etc, inmerso en un mar de sueños y trabajos creativos: su yo personal sucumbía ante las oleadas de esfuerzo e imaginación.

Su ritmo de trabajo era, como dijimos, de más de 18 horas diarias, todos los días de la semana, permitiéndose, como mucho, cinco horas para el descanso, que incluía lecturas varias y dos horas para dormir. Quienes trabajaban con él dicen que en situaciones apuradas le vieron cuatro días enteros sin descansar un solo minuto, y sin el más mínimo signo externo de cansancio. Había logrado lo que sólo consiguen los grandes yoguis, subyugar por completo su naturaleza inferior, que respondía a las órdenes de su voluntad como un autómata.

Es triste, sin embargo, que su poderosa intuición y genio avivaran sólo en la oscura caverna de su materialismo. El, internamente era un místico de la ciencia; un verdadero titán encadenado a esta vida para hacer un importante trabajo en ella. Pero centró toda su atención en las causas materiales de la Naturaleza. Penetró en su seno inmaculado con la antorcha de la búsqueda incansable de la verdad y llegó a los principios base más espirituales de la materia y la energía: la electricidad, la luz, el eter. Pero el materialismo de su siglo y quizás otras causas ocultas, que afectan a las encarnaciones históricas, le obligaron a no apartar su ojo interior de este primer plano, el más material de la Naturaleza, que es septenaria en fuerzas y niveles de conciencia. Y a extraer de sus eléctricas concavidades todos los secretos que el siglo reservaba para un “hombre nacido de mujer” y no Iniciado en los Misterios más internos.

Y sin embargo, un fuego divino centelleaba en su interior, el fuego de Prometeo, la capacidad de crear, verdaderamente, y no seguir servilmente los pasos de nadie. Ser libre para penetrar en lo Desconocido, y extraer tesoros que dar a manos llenas a la Humanidad. Él mismo declaró que “para hacer un trabajo creativo debo ser completamente libre. Cuando lo soy las ideas y las invenciones se precipitan en mi cerebro como las cataratas del Niágara”

¡Cómo bulle su alma y que profunda filosofía encierra, en el texto que escribió y que lleva por título “Los más grandes logros del hombre”!

Hallamos en el ser completamente desarrollado –el hombre- un deseo misterioso, inescrutable e irresistible: imitar a la Naturaleza, crear, trabajar él mismo las maravillas que percibe. Inspirado en esta tarea, él busca, descubre e inventa diseños y construcciones y cubre con monumentos de belleza, grandeza y reverencia, la estrella de su nacimiento. Desciende a las profundidades del globo para traer sus tesoros escondidos y abrir sus inmensas energías aprisionadas para su propio uso. Entra en las oscuras profundidades del océano y en los espacios de azul del cielo. Se esfuerza por ver los núcleos más internos y los huecos de la estructura molecular y desnuda con su mirada mundos infinitamente remotos. Subyuga y pone a su servicio la Fuerza, la devastadora chispa de Prometeo, las fuerzas titánicas de las cascadas, el viento y las mareas. Domestica el rayo tormentoso de Júpiter y aniquila tiempo y espacio; hace del gran Sol su obediente y esforzado esclavo, tal es su poder y puede hacer reverberar los cielos y que toda la Tierra tiemble ante el mero sonido de su voz.

¿Qué reserva el futuro a este ser extraño, el hombre, nacido de un suspiro, de constitución perecedera, aunque inmortal, con sus poderes terribles y divinos? ¿Qué magia forjará en el final? ¿Cuál será su mayor hazaña, el logro que corone sus esfuerzos? Hace tiempo que ya reconoció que toda materia perceptible proviene de una sustancia primera o de una concepción más allá de toda tenuidad, que llena todo el espacio, el Akasa o éter lumínico que es activado por Prana, el dador de vida, o fuerza creativa que llama a la existencia en ciclos sin fin a todas las cosas y fenómenos. La sustancia primera lanzada a ruedas infinitesimales de prodigiosa velocidad, se convierte en materia gruesa; la fuerza remite, el movimiento cesa y la materia desaparece, volviendo a dicha sustancia primera.

¿Puede el hombre controlar este gigantesco proceso de la Naturaleza, el que más temor inspira entre todos? ¿Puede él conducir sus inagotables energías para que expresen todas sus capacidades y obligarlas a ser regidas por la simple fuerza de su voluntad?

Si puede hacer esto, llegará a tener poderes casi ilimitados y sobrenaturales, gobernando el hombre este poder podría con un simple esfuerzo de su parte hacer desaparecer viejos mundos y hacer nacer nuevos por él planeados. Podría fijar solidificar y preservar los perfiles etéreos de su imaginación, las efímeras visiones de sus sueños. Y expresar así todas las creaciones de su mente en cualquier escala en formas concretas e imperecederas. Podría alterar el tamaño de este planeta, controlar las estaciones, guiarlo a través de cualquier senda que él hubiera escogido en las profundidades del Universo. Podría obligar a que los planetas colisionaran entre sí y producir sus soles y estrellas, su calor y luz. Él podría originar y desarrollar la vida en todas sus infinitas formas.

Crear y aniquilar la sustancia material y obligarla a que se agregara en formas de acuerdo a sus deseos, sería la suprema manifestación del poder de la mente humana. Su triunfo más completo sobre el mundo físico, el logro que coronase sus esfuerzos. Podría estar así junto a su Creador, hacerle completar su último destino[9]

Lo más terrible es que todo lo que dice se hallaba en disposición de hacerlo. Aquí percibimos también el drama del alma humana y los poderes de un pasado que vuelve, el “karma atlante” que estamos precipitando desde el siglo XX.

Para estudiar con profundidad las relaciones entre la Doctrina Secreta de H.P. Blavatsky y la ciencia de Tesla habría que tener la Sabiduría Iniciática de la primera o el conocimiento e intuición del segundo. Sin aspirar a ello, encontramos, sin embargo claras semejanzas en los siguientes temas.

  1. AKAZA o ETER como base de todos los fenómenos físicos y químicos de la naturaleza
  2. Naturaleza y propiedades de la luz y la perpetua ondulación de la misma en el Éter
  3. Esencia de la materia, que nace de torbellinos etéricos creados por las Fuerzas y se deshacen cuando cesan dichas Fuerzas (Fohat es el término de la Doctrina Secreta para las mismas). Naturaleza de estas Fuerzas.
  4. Naturaleza perpetua de todo movimiento
  5. Gravitación como una consecuencia del magnetismo universal, que Tesla llamaba Teoría Dinámica de la Gravedad
  6. Fuerza Solar como causa primera de toda vida y proceso energético sobre la Tierra y como fuente de la armonía en la Naturaleza, mantenedor de la “música de las esferas” que producen los astros en su movimiento
  7. Radiación del Punto Cero (Centro Laya, en el Ocultismo Oriental) como la fuente inagotable del poder en la Naturaleza, y como clave para construir máquinas de movimiento perpetuo (lo que no es ningún absurdo, pues dicho movimiento es la condición propia e intrínseca de la existencia misma. De ahí que la Doctrina Secreta se refiera a la Deidad Desconocida como “El Gran Aliento” o “el Movimiento”)
  8. Resonancia, vibración armónica o “fuerza simpática” como el gran secreto, principio de la Fuerza Futura de una Nueva Humanidad. Una fuerza ecológica, inagotable y limpia.

Finalmente, los inventos y filosofía de Tesla fueron una confirmación, otra más, de la validez de las enseñanzas de la Doctrina Secreta. Su Teoría Dinámica de la Gravedad aún no fue aceptada, pero el laberinto en que se halla la Cosmogonía moderna hace que cada vez vuelvan más los ojos a este personaje, que, retiradas las brumas artificiales creadas en torno, asume la figura de un gigante. Detrás de él se perfila la luz de una estrella, la de la eterna sabiduría que inspiró las doctrinas arcaicas y la obra de H.P. Blavatsky.

 

José Carlos Fernández

Lisboa, 1 de abril de 2007


[1] Doctrina Secreta V. II, pág. 207. Ed. Kier

[2] Ver la máquina de Gray –copia de una patente no completamente explícita de Tesla- o la de Baumann, que funciona en la comunidad cristiana suiza de Metternita, la llamada máquina Testatika.

[3] Según narración del sobrino de Tesla en archivo desclasificado de la CIA.

[4] ¿Por qué la CIA ocultó la ciencia de Tesla? Es fácil pensar que por el poder militar que conlleva, poder que era conveniente monopolizar y para evitar la destrucción del status quo y del equilibrio de poderes de aquellos que, de un modo siniestro “gobiernan” la humanidad, estado que el desarrollo de la tecnología de Tesla echaría por tierra.

[5] Los únicos datos que no coincidieron  fueron los realizados durante veinte años por Dayton Miller, que por el contrario variaban y dependían de las posiciones relativas del Sol y la Luna. ¿Mienten los datos que se hicieron a posteriori?, ¿por qué esta variación?, el mismo Einstein quedó perplejo ante los datos de Miller. ¿No pudo ser que la presión “política” determinase los nuevos resultados? Esto huele a “conspiracionismo” tan enemigo de la verdad como el crudo escepticismo, pero también sabemos que cada vez más, los resultados de muchos experimentos dependen de quien los paga, y de que intereses tiene en ello.

[6] El 17 de febrero de 1875, precisamente en Nueva York, fue fundada la Sociedad Teosófica.

[7] Abundan descripciones del mundo que soñó, descripciones que podrían, quizás haber sido ciertas si el egoísmo humano no hubiera emponzoñado el futuro.

[8] Lo que es considerado “Magia” no es sino el conocimiento práctico de las leyes ocultas que gobiernan la Naturaleza. Cualquiera de las proezas de Tesla era magia medio siglo antes y aún en su propio tiempo. Algunas como sus “máquinas voladoras” sin inercia o la destilación “alquímica” de la luz de las estrellas para fabricar metales o las maquinas de movimiento perpetuo hoy día serían consideradas maravillas, milagros, y un artificio mágico en contra de las leyes de la naturaleza. Muchos piensan que es mejor no ver a tener que mudar lo que uno cree.

[9] Este último poder al que se refiere es lo que en La India se llama Kriyasakti, la facultad de cristalizar las imágenes pensadas, según enseña la filosofía secreta; es el verdadero don de Prometeo, el dar forma a los propios sueños, la capacidad de crear pero no ya con las manos, sino con la Voluntad y el Pensamiento, como muy bien se refleja en la película “La Esfera”.

2 comentarios en “Tesla y la Doctrina Secreta”

  1. Hola sr Jose, que me dice usted que EUA y otros paises «provocan» sismos y terremos, cambiando el tiempo usando los conocimientos de Tesla, saludos grande desde brasilia-brasil

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