Literatura

Prólogo al libro «Notas de una lira deshojada», de Terly

libro 3d

El título de este libro de poemas, evoca bella y fácilmente los versos amados de Amado Nervo: “Inmóviles follajes de los olmos/ ¿por qué están silenciosas vuestras arpas?”. Pues aquí la lira, la del alma, es como un árbol centenario. Y los poemas, son no sólo las canciones que bailan agitadas, los sistros encantados de sus ramos. Sino también las que al caer musitan, mecidas por el viento, una a una y calmamente, sus hojas.

Por ser hermano de mi madre, hay un vínculo de sangre entre el autor de esta obra y quien escribe estas líneas. Y no sólo de sangre, sino de conversaciones, de recuerdos, de vivencias y ahora en estos últimos años, por mi parte, de admiración por la prodigalidad de sus versos, por el prodigio de su Musa, que otoñal, es impetuosa como la primavera, madura como el verano y profunda y serena, casi secreta, como el invierno. Y todo al mismo tiempo.

Esto es lo que sentimos al leer  estos versos que devuelven a la poesía el lugar que se merece, un lugar profanado, adulterado por medio o más siglo de ismos que han sido y son, para las Musas, lo que el cáncer para un organismo vivo. Ismos que nos han fustigado la sensibilidad hasta casi hacernos insensibles. Recortando “hábilmente” la prosa para convertirla en poesía, sin el encantamiento del ritmo, o evocando imágenes o valores que enfangan el alma, en vez de elevarla. Ismos desgraciados que la han convertido en un pseudoejercicio intelectual, o en una fantasía onírica carente de todo tipo de fundamento y donde es imposible llegar a saber de qué narices está hablando el autor, en una especie de puñetas astrales, o sea de pesadilla esterilizante y consumidora, de:

Ayyyyyyyyyy ole el azul/ Meeeeeeeeeee oh sin ti/ Eleeeeeeeeeeeeeee poésiáaaaaa/No tuuuuu, soy yooooooo.

Aquí no es así, aquí hay belleza, aquí hay virtud, aquí hay elogio a lo que es noble y justo, a aquello que todas las almas sensibles aman, a aquello a que todos aspiramos, por más que nos aten las cadenas materiales y las alas no sean poderosas y sólo muñones, según la alegoría del Fedro.

El registro pasa de la música del amor:

Verdes las aguas del lago

donde se mira mi amada

sus cándidos ojos verdes

a la clara luz del alba.

 

A la de la canción y el enigma infantil, por ejemplo, hablando de las nieves:

Cayendo de lo alto,

presumen de diosas,

volando sin alas

sin ser mariposas.

 

A la dulce melodía de la esperanza irisada con la alegría de nuevos caminos, como en su poema “No sé por qué ha nacido en mí la primavera”:

Tampoco sé porqué el arco iris

hoy me ha prestado todos sus colores,

ni qué me hizo aceptar una deuda

que, en mi vida, podré pagar.

O la tragedia del dolor, que el poeta quiere siempre se convierta en compasión, esa compasión de la que dicen los textos orientales es “donde crece la flor de medianoche del Budha, la Luz Espiritual”. Por ejemplo en el patetismo del “Niño de Burkina Faso”:

Tampoco la feroz y negra pantera,

de su aún más negro destino,

pudo arrancar con sus felinas garras

la gran dulzura de sus negros ojos.

 

O el simple deleite del curso natural de la vida, y como Pablo Neruda hizo su Oda a la Alcachofa o Antonio Machado sus “Moscas”, nuestro poeta canta la Siesta del Abuelo

Que, modorro como un leño,

Nada perturba su sueño

Por más que se caiga el cielo.

Hay poemas que nos conmueven, que lanzan su arpón de metal candente en nuestras linfas ocultas y nos llaman a la rebelión, a luchar por lo que es justo y verdadero. Bellísima “Nací rosa de un rosal”:

Nadie puede despojarme

de aquello que nació conmigo

No habrá quien logre convertirme en cieno

si nací rosa de un rosal.

Y en otros se destila la alquimia de una profunda filosofía, la alquimia elaborada no sólo de una Musa otoñal, como gusta decir el autor, sino también de un alma sensible y atenta, y al mismo tiempo forjada en el atanor del dolor, este que separa el oro de sus impurezas.

O el beso de un soñado panteísmo, ¿herencia pagana de tierra vetusta? o ¿reminiscencia de alma libre de las viejas vestes?:

Antes de nacer fui nube

De volátil fantasía,

Navegante de silencios

En espacio inexistente.

Este, lector, es un libro de poesías, de verdadera poesía, para los que quieran hallar de nuevo la paz del alma bebiendo la calma y belleza de versos que son de siempre, como lo es el alma.

¡Gracias Juanjo, gracias Terly, por dejar que su ritmo y canción lleguen y suenen en las cavernas del mundo, sedientas hoy, mañana y siempre de Ideal!

 

Jose Carlos Fernández

Almada, 1 de marzo del 2016

3 comentarios en “Prólogo al libro «Notas de una lira deshojada», de Terly”

  1. Estoy de acuerdo con el prologuista, la poesía es ritmo, mensaje, y belleza, y si no es a si, son lías de palabras sin fondo sin sentido, totalmente huecas. mi en hora buena por el libro.

  2. Me quita el sueño
    al leer la introduccion de los poemarios
    Pero me tumba el sueño, al saber que los leeré a diario.
    Gracias por alimentar nuestras anémicas almas literarias…

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