«Desde que Anaximandro presentó lo Infinito como causa (arkhé) de todo lo que existe, o desde que Zenón de Elea dijo que Aquiles no puede alcanzar a la tortuga ya que siempre que llegue donde estaba un momento antes, ella ya avanzó un trecho, por pequeño que sea; el tema del infinito tortura nuestra mente finita y condicionada. Que la cinta de Moebius tenga una sola cara desde el punto de vista topológico, o que el infinito de la curva de Koch encierre sólo una superficie finita, nos perturba. Fernando Pessoa hace reflexiones geniales sobre el infinito, y usando el razonamiento de que una causa infinita no puede provocar un efecto finito, deduce que Aquello que ha creado el mundo, para nuestra ignorancia infinito, no es el Dios inefable o Principio Absoluto, sino un creador, como el hombre lo es, pero en una dimensión inconcebiblemente superior. Un Hombre Cósmico o Arquetipo Humanidad, como los kabalistas lo llamaron con su Adam Kadmon. Pues si el “hombre es semejante a Dios” lo es como creador y no como infinito, pues un infinito no puede ser semejante a otro, simplemente es infinito, y si ese infinito está en el hombre, es el mismo que está en todo y nunca podrá ser objeto de conocimiento y ni siquiera indicado por la mirada del alma, como cuando apuntamos a una estrella con nuestro dedo. Lo infinito finito o lo finito infinito es una nueva percepción que se abre en el ser humano desde que está comprendiendo que todo es permeable, lo que disuelve el principio aristotélico del tercero excluido: pues si A sólo es sin no A, cómo puedo decir que si no es A es necesariamente no A; pues con esta permeabilidad, cómo puede nada ser sólo A o sólo no A. Esta permeabilidad, paso a paso interpretada, será la que nos lleve gradualmente de lo heterogéneo a lo homogéneo, o de lo finito a lo infinito, a lo que el filosofo renacentista Giordano Bruno, mártir del librepensamiento, llama el Todo en Todo que es el universo. Y cuando le preguntan que en qué Dios es diferente de este Todo en Todo (Pan to Pan), dice que Dios es el Todo en Todo, pero de todas las maneras, y el universo sólo de una progresivamente, en el tiempo. Pero en fin, dejémonos de digresiones y oigamos lo que nos dice el poeta.»*
Una causa Infinita producirá necesariamente un efecto infinito. Como el efecto, sin embargo, se opone a la causa, será infinito de otra manera.
Nuestro universo, sin embargo, nos es dado como finito y temporal, pues, si lo viésemos infinito y eterno, no lo podríamos ver. El mundo externo, pues, como disponemos de él y en él vivimos, no puede ser efecto de una Causa Infinita, sino tan sólo, de una de las manifestaciones o creaciones finitas de la Causa Infinita. Tenemos, entonces, que la Causa Infinita es creadora de la Realidad, que es infinita, y que una Causa Finita es creadora del Universo. El Creador del Mundo no es el Creador de la Realidad: en otras palabras, no es el Dios inefable, sino un Dios-hombre u Hombre-Dios, análogo pero superior a nosotros.
Graduación infinita de los seres…
El universo no puede ser infinito, porque infinito es sólo la infinidad. El universo no puede ser eterno, porque eterna es sólo la eternidad.
No puede haber espacio infinito y tiempo infinito pues no puede haber dos infinitos. Espacio y tiempo son dos atributos o manifestaciones de lo infinito, que lo simulan sin serlo. Nos parecen infinitos, nos parece que son infinitos; pero sólo porque son indefinidos (Las dos Columnas del Atrio) En el tiempo y en el espacio transcurre la Materia, sólo en el tiempo el Alma; en el infinito puro, Dios.
Este Infinito es, sin embargo, sólo Dios manifestado, no manifestado como mundos sino como Dios. Más allá, Supremo de veras, está el Dios Inmanifestado –la ausencia hasta de Infinito. Y esto se representa: el Dios Manifestado por un Círculo; el Dios Inmanifestado por un punto dentro del Círculo y esto es, en astrología escrita, el símbolo del sol, que es la sombra de Dios.
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La dupla esencia, masculina y femenina, de Dios: la Cruz. El mundo generado, la Rosa, crucificada en Dios.
La creación no es una emanación, sino más propiamente hablando, una limitación, una negación de Dios por sí mismo.
Es más cierto decir que el universo es la negación de Dios, o la muerte de Dios. Sin embargo, como la negación o muerte de Dios es necesariamente divina, el universo contiene un elemento divino que [es] la Ley: elemento ausente, por decirlo de algún modo, abstracto.
El único milagro que hizo Dios es el universo.
A la Ley, Fatum, elemento abstracto de Dios y por el cual Dios está desencarnadamente manifestado del mundo, se opone el Cristo que es el deseo del Regreso a Dios, el deseo de Libertad de que no haya Fatum.
Fernando Pessoa
*Traducción y comentario de: José Carlos Fernández