
Aunque Indibil y Mandonio fueron caudillos íberos que combatieron a las legiones romanas, aliándose a los cartagineses, el primero que prácticamente unió toda la Lusitania en lucha contra el invasor fue Viriato. Él es una encarnación de la Historia y quizás, ante la mirada del Cielo, el primer Rey de Lusitania. Y también es un modelo de vida austera, generosa, entregada al servicio de la comunidad, “la Cosa Pública”. Los filósofos estoicos hicieron de él un paradigma de alma fuerte y sabia, pues aun siendo un pastor ¿de la Sierra de la Estrella?, luego cazador, antes de convertirse en caudillo de hombres; sabía leer en el corazón del hombre y en el corazón de la naturaleza.
Viriato (m. el 139 a. C.) se convierte, después de sus hazañas y vida austera, en el ideal del héroe de la filosofía cínica y estoica. No un ideal de “buen salvaje”, sino el de un alma valiente y sabia no deformada por los amaneramientos y falsas necesidades que crea una civilización en exceso refinada. Séneca nos enseñó que aquello que es necesario debes procurarlo, es ley de vida; aquello que útil, sólo si regalado; y lo que no es necesario ni útil, ni regalado. Y Platón, en su República eligió como modelo de vida el espartano. La educación ateniense era ideal, pero la forma de vivir espartana era mejor para los designios del alma. Aunque quizás la mejor opción fuera el “modus vivendi” de Julio Cesar, de alma sensible al arte y a la belleza, capaz de las mayores exquisiteces de vida; y sin embargo, cuando necesario de una dureza y temple espartanos, a la hora de experimentar privaciones y fatigas. La cuestión es que es muy difícil estar abierto a todo tipo de influencias y placeres y que el alma no se reblandezca con ello; por ello la clave del pensamiento estoico, a diferencia de la escuela epicúrea era forjar el alma a través de las dificultades dando al cuerpo aquello que estrictamente necesitaba, según su naturaleza.
Oigamos los “murmullos de la historia”, que repiten como un eco el nombre, temple y hazañas de Viriato, nuestro héroe lusitano. El texto es del filósofo estoico Poseidonio (150-35 a.C, aprox), que junto con Panecio, es la figura más destacada del llamado Estoicismo Medio. Este texto del filósofo aparece en la obra de Diodoro Sículo:
El lusitano Viriato fue de humilde linaje, según algunos, pero famosísimo por sus hazañas, ya que de pastor se convirtió en bandolero y después en general. Era naturalmente y por los ejercicios que hacía, extremamente rápido en la persecución y en la huida, y excelente en la lucha a pie. Una comida simple y una bebida sin refinamientos era lo que tomaba con mayor placer: pasó la mayor parte de su vida al aire libre, y siempre se satisfizo con los lechos que la naturaleza le ofreció. Por ello era superior a todo tipo de cansancios e inclemencias, nunca sufría con el hambre, no se lamentaba ante ninguna contrariedad, sabiendo extraer buen partido de todas las circunstancias desfavorables. Destacado tanto por la naturaleza como por su preocupación en mantener esas cualidades físicas, se destacaba aún más por las cualidades del espíritu. Era rápido en comprender y en ejecutar lo necesario, viendo al mismo tiempo lo que tenía que ser hecho y la oportunidad óptima para realizarlo; y era también capaz de fingir que conocía lo más oscuro y que desconocía lo más evidente. Se mantenía siempre igual a sí mismo tanto en el mando como en la obediencia, ni modesto ni altivo: y por la humildad de su origen y el prestigio de su poder consiguió no ser inferior ni superior a ninguno. En definitiva, no emprendía la guerra ni por ganancia, ni por amor al poder, ni movido por la cólera, sino que la hacía por ella misma, y es sobretodo por esto que fue temido como guerrero ardiente y conocedor del arte bélico”
José Carlos Fernández