Historia

¿Cuándo se convirtió Santiago, hijo del trueno, en patrón de España?

 

Santiago ayudando al rey Ramiro I en la Batalla de Clavijo
Santiago ayudando al rey Ramiro I en la Batalla de Clavijo

Recordamos la leyenda que dice que Tubal, nieto de Noé, llegó en una barca a estas tierras, en donde murió y fue enterrado en secreto, no sin antes dar origen a los primeros reyes de España. ¿Existirán conexiones simbólicas entre este «atlante» Rey Tubal, que iba precedido por una estrella, y el «Durmiente» Santiago, cuya tumba estaba -también según la tradición- marcada por una estrella?

Jorge Angel Livraga en “El Misterio de Santiago de Compostela[1]

 

Existe hoy una tendencia interesada, separatista -manipuladora las más de las veces- en señalar la realidad histórica de España sólo con el matrimonio y el “monta tanto, tanto monta” de los reyes Isabel y Fernando, de Castilla y Aragón, respectivamente. Un matrimonio que se sabe mantuvo Fueros y Regalías y que era difícil prever que en menos de un siglo iba dar nacimiento a una monarquía absoluta, de una tierra ahora sí plenamente consolidada y que al unísono respondería a la voz de España y al gesto poderoso de sus reyes. Y es que, aunque sea cierto, políticamente, que España nace con la Alianza de los Reyes Católicos, también es cierto, históricamente, que la Reconquista avanzó a la voz de Santiago y cierra España desde el siglo VIII, invocando la unidad, el recuerdo de la o las Españas. Es decir, que si en lo político mandaban los intereses de cada reino, y en lo religioso expulsar a los musulmanes de la piel de toro que es nuestra península; en la maravillosa dimensión del sueño y del mito, asociados a un extraño e indefinido recuerdo del alma, la bandera que elevaba sus rayos de oro y sangre, de luz y vida era el anhelo de una España unida, como prueban infinidad de documentos históricos en los que muchos sienten incomodo poner el acento. Olvidamos, quizás, que ya los romanos –como hicieron con cada una de sus provincias- rindieron culto a Hispania, como divinidad, y que la multitud de pueblos que en estas tierras lucharon contra ellos -íberos, lusitanos, celtas, vacceos- reconocieron muchas veces un trasfondo cultural común, que no era, sólo, el fruto de todos aquellos que la habían ocupado: fenicios, griegos, cartagineses, etc. Era más, y estaba antes. Miles de años convirtieron el recuerdo en ensueño y el hecho histórico en mito… y aún así, los clásicos griegos y romanos refieren a Osiris como Rey de España, y Ulpiano menciona una ley de Augusto que entrega a Hércules el gobierno de Hispania. Y otras tradiciones hablan de Tubal, Sesostris -¡otra vez Egipto!-, lo que dio origen al culto a los Reyes Atlantes[2] de España del que se hicieron eco los historiadores de la época de los Reyes Católicos y cuyas efigies, de antigua fiereza y como guardianes de la España Profunda, esculpieron en el Colegio San Gregorio de Valladolid, hoy Museo Nacional de Escultura. Citemos[3] a Jorge María Ribero: “La portada plateresca del antiguo Colegio de San Gregorio de Valladolid, labrada por expreso deseo de la reina Isabel la Católica y que reproduce la genealogía de la Corona de Castilla, contiene la única representación incuestionable de los diez reyes de la Atlántida que existe en el mundo. Y ello porque la monarkía castellana se supo siempre heredera directa de la primera Monarkía de la Tierra, dimanada de los diez reyes Atlantes o de Alba 

De esta España que se invoca, por la que se lucha y muere, pero que según muchos historiadores aún no había nacido, es de la que Santiago el Mayor fue nombrado Patrón. ¿Cuándo? Curiosamente, decenas de años antes del “descubrimiento” milagroso de su cuerpo en Iria Flavia, en un himno atribuido al Beato de Liébana[4] y de la época del rey Mauregato (783-788), cuyo nombre pronuncia el acróstico de dicho himno: Ah Rey de Reyes, escucha al piadoso Rey Mauregato. Defiéndele y protégele con tu amor.

El texto, escrito en 60 versos de cuidada y precisa numerología[5], se titula Himno para el Día de Santiago Apóstol, Hermano de Juan. Y en él se invoca al Apóstol, hijo del Trueno:

Aurea cabeza refulgente de España – Caput refulgens aureum Ispanie 

Nuestro protector y patrono nacional – Tutorque nobis et patronos vernulus
Mas, dado que se trata de un himno, quizás el primero, junto al Comentario al Apocalipsis, en anunciar la relación del Apóstol Santiago con España -y ya sin duda el primero en hacer de él nuestro Guardián y Regente. Y no sólo por ser el primero, sino quizás también la “piedra de fundación” del Culto a Santiago, y por tanto, de la reunificación de España- merece que en este artículo lo escribamos entero[6], con todo su poder evocador (aunque para que la “magia” fuera completa debía ser en latín). 

¡Oh verbo de Dios, pronunciado por la boca del Padre,

creador y verdadero principio de las cosas,

autor perenne, luz origen de la luz,

alumbrado por el vientre de la gloriosa Virgen,

Cristo, tú realmente nuestro Enmanuel!
 

Rey y sacerdote, en cuyo honor brillan las sagradas piedras

que son “tres por cuatro”: el ónice, el ágata,

el berilo, el zafiro, el carbúnculo,

y la amatista, la sardónica, el topacio,

la esmeralda, el jaspe, el ligurio y el crisolito.
 

Pues puntualmente el sol con las gemas –el día

bailando doce horas, las mejores perlas-

avanza, ahuyentadas ya las tinieblas del mundo;

y los candelabros[7] que sobre ti descansan

con las lámparas de los “dos por seis” apóstoles:
 

Pedro en Roma, su hermano en Acaya,

Tomás en la India, Leví en Macedonia,

Santiago[8] en Jerusalén y Zelotes en Egipto,

Bartolomé en Licaonia, Judas en Edessa,

Matías en Judea y Felipe en la Galia;
 

después, los grandes Hijos del Trueno[9]

resplandecen, habiendo alcanzado, a ruegos de su ínclita madre,

ambos con todo derecho los honores supremos,

gobernando sólo Juan el Asia, a la derecha,

y su hermano habiendo conquistado España.
 

Recostados en el pecho inocente del ilustre maestro,

a la derecha uno es atraído a la alianza de paz,

a la izquierda el otro para ser ajusticiado,

y ambos habiendo elegido por dos veces las arras del reino,

coronados se apresuran a la gloria del cielo;
 

llevad a ella, glorioso, al premio,

elegido por éste la túnica del martirio de Cristo,

el llamado Santiago de Zebedeo,

cumpliendo el apostolado ejemplarmente

arrebata victorioso los estigmas de la pasión.
 

Y capturando él con el favor divino

a los culpables magos, reprimiendo las iras de los demonios,

castiga el veneno de sus émulos;

y al final, vigoroso, da al estúpido una respuesta insigne

y al penitente un corazón crédulo.
 

Atado, cumplidor del deseo del enfermo

que solicita con insistencia su provechosa ayuda,

manifiesta al que le pide los carismas de la fe,

y con el estandarte de la paz (le da) la salvación abundante

y ejecutado con la espada se asegura la gloria.
 

¡Oh verdaderamente digno y más santo apóstol,

que refulges como áurea cabeza de España,

nuestro protector y patrono nacional,

evitando la peste, sé del cielo salvación,

aleja toda enfermedad, calamidad y crimen.
 

Muéstrate piadoso protegiendo al rebaño a ti encomendado

que con tu ayuda disfrutemos de los gozos de lo alto,

que nos revistamos de la gloria del reino conquistado,

que por tinos libremos del infierno eterno.
 

Concédenos, te rogamos, ¡oh Trinidad!,

que llenas con tu poder, solo, toda la maquinaria del mundo,

a quien corresponde la alabanza y la clemencia eternas,

el poder perenne, la inmensa gloria

y el honor perpetuo abundantemente por los siglos.
 

Ésta es, repetimos, la primera mención de la venida de Santiago a España, pues de ello nada dicen los Hechos de los Apóstoles, obra que de todos modos es de dudosa veracidad histórica. La lista de Apóstoles y sus destinos es la misma que aparece en el Comentario al Apocalipsis del Beato, y ambas deben proceder del Breviarium apostolorum ex nomine vel locis ubi predicaverunt, orti vel obiti sunt [Breviario de los apóstoles, del nombre o el lugar donde predicaron, dónde nacieron y murieron], “fechada hacia el año 600, obra no española que utilizó en su día San Julián de Toledo, rechazando como experto en la historia patria la atribución de Santiago a España. La noticia del breviario fue, en cambio, admitida en su integridad en una obra española titulada De ortu et obitu Patrum [el nacimiento y muerte de los Padres], atribuida a San Isidoro. Pero esta autoría no puede seguir sosteniéndose, siendo necesario, en el mejor de los casos, admitir la existencia de una interpolación posterior. La obra[10], tal como hoy existe, ha de fecharse a finales del siglo VIII[11]”.

Es precisamente en este opúsculo, que aunque atribuido a San Isidoro es posterior al Himno comentado, donde dice: Hic (Iacobus) Spaniae Occidentalia loca praedicat, et sub Herodis gladio caesus occubit, sepultusque est in Achaia marmorica.

“Éste (Jacobus) predica en los lugares Occidentales de España, y bajo la espada de Herodes cae muerto, y es sepultado en un “arca” de mármol”. Aunque el término de Achaia poco tiene que ver con “arca” así fue interpretado desde el siglo IX, y rápidamente se les dio un significado toponímico, como se ve en los diplomas de Alfonso III[12]”. 

Y así es como todo comenzó, ésta es la semilla del nacimiento de un mito que iba a impulsar la historia de España durante casi mil años. El genial poeta portugués, Fernando Pessoa, dice que la mitopoiesis, la creación de un mito, es la superior de todas las ciencias y la más poderosa de todas las taumaturgias. Es permitir que un Ideal divino penetre en la conciencia de un pueblo, anime su vida interior, dé cauce a todos los ríos de su emotividad, verticalizando y dignificando sus actos. Estos son los verdaderos mitos, los que impulsan la Historia. Hay otros, creados por fuerzas oscuras que promueven el caos, que estancan y pudren las Aguas de la Vida y las corrientes de la Historia, son las mentiras y la manipulación de masas que hacen fétida la convivencia humana y atan el alma al mundo de las sensaciones y de las pasiones más bajas, convirtiendo a los hombres en sombras de sí mismos. Son las mentiras que sólo se sostienen como un gigantesco Moloch, con la sangre de sus aterrorizadas víctimas, verdaderos fantasmas vampíricos que sumen en tinieblas y no dejan respirar al alma, nacidos de la ignorancia, sombras del caos. Ambos mitos son escenarios psicológicos para los pueblos, pero su diferencia es como la que existe entre un cuadro de Tintoretto o Tiziano y una mancha de tinta, arrojada sobre el papel con ira y asco, sabiendo que los imbéciles van a pagar una fortuna por ella. Ambos mitos se desarrollan y crecen en el corazón humano, unos arrancándole de su inercia y llevándole al Ideal, a la generosidad, la nobleza, el olvido de sus egoísmos; los otros sumiéndole en la angustia y la animalidad, en la pérdida del sentido de la vida y en el terror a la muerte. La lucha entre ellos ha sido literariamente muy bien descrita por la pluma de R. H. Howard en su obra La Mano de Nergal. Es la eterna lucha de los Hijos de la Luz y de las sombras del caos en los jardines y selvas del alma humana, y después, por tanto, en los hechos y escenarios históricos.

Sabemos qué sucedió después: un ermitaño llamado Pelagio comienza a ver de noche unas luces extrañas, resplandores en lo alto de un montículo, estrellas y no decidiendo por sí mismo qué hacer, llama al obispo Teodomiro, de Iria Flavia, quien desentierra lo que allí se encontraba, y, maravillado, ve y reconoce (¡¡¡) los huesos del Apóstol Santiago[13]. Se erige, en el lugar, una pequeña capilla, y desde entonces “Santiago va a realizar una serie de proezas que van a influenciar, poderosamente, la mentalidad de todos los pueblos pirenaicos. A partir de ese momento los pueblos van a dirigirse en peregrinación al lugar del hallazgo, como si ese lugar tuviese fuerza suficiente para otorgar a los hombres un poco de fuerza, un poco de magia[14]”.

Es muy llamativo que sea en la misma Iria Flavia, según afirma el historiador Adro Xavier, donde ya se había levantado la primera iglesia de todo el Occidente europeo dedicada a la Virgen María, y que el culto a la Virgen María y a Santiago Apóstol se desarrollan a la par, hallando su auge con la reforma de Cluny y después con los cistercienses.[15]

¿Producto del acaso? No: es necesario profundizar en historias ya olvidadas, en historias que reencarnan y en las que el pasado lejano, “el mundo sumergido” de formas ya inmóviles, hace nacer en el presente sus nuevas floraciones… “Existe un «Camino» en el cielo, que es el sector visible de la galaxia en espiral a la que pertenece nuestro sistema solar. Es la Vía Láctea. Emparentada desde siempre con la Virgen Cósmica, la religión de los helenos la tenía por originada en los mismos pechos de Hera, apretados en exceso por el Niño-Hércules. La encabeza la estrella del Can Mayor. El Camino de Santiago, encuadrado de Este a Oeste entre los paralelos 43º y 42,30º, reproduce la Vía Láctea. Sus santuarios, desde Francia, están dedicados a la Virgen y al Niño. La imagen del peregrino es la de un hombre con un bastón o garrote en la mano, una calabaza para portar agua, y que hace marchar por delante, precisamente, un perro. Porta además, y como carácter muy distintivo, la concha. Exotéricamente se atribuye esto a que el barquito del apóstol las tenía adheridas, pero como la bivalva no puede adherirse a navío alguno, es obvio que su significado es otro. La concha bivalva era utilizada como sonaja desde los Misterios de Afrodita Urania, la Virgen Celeste, y a su choque, a la manera de las actuales castañuelas, se le daba un ritmo monótono y mantrámico. Este símbolo se emparentó con el de la irradiante concha del cielo, y aun con la marca que la oca o ganso deja en las arenas, siendo este animal considerado sagrado por los protohistóricos gallegos, y figura de una manera u otra, incluso bajo la forma del milenario Juego de la Oca o Damero Templario en toda la ruta sagrada, que se extiende, es hora que lo digamos, desde la misma París y Chartres. Se le llamó Luguesi en época celta y era la contraparte femenina del misterioso dios Lug, el cuervo negro o lobo, que bajo las dos formas se le representaba. Así, los peregrinos, haciendo marchar el símbolo totémico de Lug, portando la sonora concha, volvieron a recorrer el laberinto iniciático una vez más, hasta que las Ordenes de Caballería, como la de los Templarios, fueron disueltas, y la devoción popular acortó el camino cada vez más, transformándose en nuestros días en una simple vía turística, pálido reflejo en lo devocional, de lo que fuese hace 600 ó 700 años. (…)[16]

En el año 844, en la batalla de Clavijo, contra los moros, Santiago aparece en un caballo blanco y arremete victoriosamente contra los enemigos de la cristiandad, ayudando al Rey de Asturias Ramiro I, quien se había negado al ignominioso “tributo de las cien doncellas”. Es el espaldarazo del mito, en que la fuerza mística que viene del cielo se hace presente, combate alejando con sus rayos de coraje las sombras del miedo.

Vuelve a aparecer junto al Conde de Castilla, Fernán González, y tal vez en el año 956 en la batalla de Piedrahita contra el rey Almanzor. Y junto al Cid Campeador, en el reino de Valencia, en la batalla en la que luchó contra el rey Bicar y en la que murieron 22 reyes moros. Y junto al rey don Pedro de Aragón en el año 1096 en el cerco de Huesca. Estuvo con Alfonso VIII, en la batalla de las Navas de Tolosa en el 1212.

“La devoción de los españoles a Santiago, aumenta reinado tras reinado, y no hay batalla de importancia en que los soldados de España no vean o crean ver al “Hijo del Truneo” cabalgando en brioso caballo blanco. Los Reyes Católicos, en encendido elogio, mitad jaculatoria, mitad caballeresco, dejaron dicho: “Santiago, luz o espejo de las Españas, Patrón y Guiador…” ¡Santiago! fue el grito que prorrumpió el ejército cristiano cuando, el 2 de Enero de 1492, Alonso de Cárdenas desplegó el Pendón glorioso de la Orden de Santiago, desde las torres de la Alhambra al conquistar Granada[17]”.

La Fuerza Mística que los cristianos llamaron Santiago, Hijo del Trueno, había retornado una vez más desde la España Profunda, esa de la que ignoramos incluso el nombre y de la que grandes caudillos como Viriato, Sertorio, el Cid y el Gran Capitán fueron sus heraldos, más poderosos en su heroicidad que los mismos reyes.

¡Salve Santiago, Patrón de España! 

 

José Carlos Fernández 


[1] Revista Nueva Acrópolis nº 8, Agosto 1974, España 

[2] Ver la Enciclopedia Ilustrada Espasa-Calpe

[3] En el artículo “Kantabria es sinónimo de Atlántida” aparecido en el Diario Alerta 30-09-2011

[4] Es el Himno O Dei Verbum, que forma parte del oficio divino de rito mozárabe en la festividad del Santiago Apóstol. Aunque no hay certeza de su autoría, los argumentos en favor del Beato son:

  1. Influencia determinante del Beato en la religión, y por tanto en el ritual, en el lugar y en el momento a que hace referencia el Himno (reinado de Mauregato, a quien está dedicado dicho Himno, según el acróstico ya mencionado). Como dice en su Introducción a dicho Himno J. González Echegaray –Obras Completas del Beato de Liébana, vol. I, pag 646- en el siglo VIII y en un ambiente norteño, donde sólo entonces se inicia un culto especial a Santiago, el personaje más capacitado para lanzar la idea del patronazgo de Santiago y para ejecutar una composición literaria de esta índole era el Beato.
  2. Semejanzas literarias, en el modo de exponer y temáticas entre el Comentario al Apocalipsis y el Apologético y este Himno.

[5] Es vital la importancia de los números y su significado en este Himno, y esto lo vincula aún más al Comentario al Apocalipsis del Beato. No es por casualidad que está escrito en 60 versos, lo que en el sistema sexagesimal cierra un ciclo completo. Ni que estos se hallen agrupados en 12 estrofas de 5 versos cada una. Ni que el número de sílabas de cada verso sean también 12. Doce es el número de horas del día y de los apóstoles; y también, claro, los doce signos del Zodiaco, de gran importancia después en la simbología del románico. Como destaca el autor del Himno, 12 apóstoles son “dos por seis”, lo que sumado a Cristo, el Sol, hacen el número perfecto, el Siete, que rige la Naturaleza entera. Doce es además, “cuatro veces tres” el símbolo, por tanto de la Pirámide del Cosmos.

[6] Extraído del libro Beato de Liébana, obras completas, vol I, Editorial Biblioteca de Autores Cristianos, pag. 650-653.

[7] Los candelabros, erróneamente a lo que dicen los comentaristas, no son doce, son, pienso, los siete a que se refiere el Apocalipsis y representan los Siete Rayos o Fuegos de la Naturaleza Espiritual. El “dos por seis” que se menciona después, de los Apóstoles, más el Solus, el Único que es Cristo y el Sol.

[8] Se refiere aquí, claro, no a nuestro Santiago, sino al Menor.

[9] San Juan y Santiago el Mayor, que son representados junto a Cristo en la Última Cena, como dice el himno en la estrofa siguiente: Recostados en el pecho inocente del ilustre maestro.

[10] Se refiere a la de Ortu et obritu Patrum.

[11] Introducción al Himno “O Dei Verbum”, de J. González Echegaray, en Obras completas Beato…, pag. 647.

[12] Seguimos, en esta disertación la obra Diego Xelmirez, del historiador Adro Xavier, Editorial Barcelona, 1978, pág. 87 y ss.

[13] El primer documento narrativo e histórico que disponemos, de hecho sobre el sepulcro del apóstol Santiago el Mayor en Galicia es la Crónica Albeldense, del 881. Otros autores citan una carta ecuménica de León III (795-816), comunicando al mundo la noticia: “Sabed, guías dilectos de la Cristiandad, que el cuerpo de Santiago de Zebedeo … fue trasladado al Campus Stellae…” (Diego Xelmirez, pag. 84)

[14] Delia Steinberg Guzmán, en el artículo El Camino Iniciático de Santiago, aparecido en la revista Nueva Acrópolis, de España.

[15] La misma Virgen María, según la leyenda, vino en carne y hueso, a consolar y a animar a Santiago en su predicación por tierras de Hispania.

[16] El Misterio de Santiago de Compostela, del profesor Jorge Angel Livraga, revista Nueva Acrópolis nº 8, Agosto del 1974, Madrid, España.

[17] La imagen de Santiago Matamoros en los Manuscritos Iluminados, de Juana Hidalgo Ogayar, Cuadernos de Arte e Iconografía, Tomo IV-7.1991

1 comentario en “¿Cuándo se convirtió Santiago, hijo del trueno, en patrón de España?”

  1. Por casualidad he leído éste artículo, que es muy interesante y que se debería difundir más para que la gente vea que el nombre de España y el concepto de España no es tan reciente, como afirman los apologistas del separatismo, y combatir la ignorancia existente a este importante aspecto de nuestra historia.

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